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¿Se impone un cambio en la cultura vial del país? – Edición # 89
Por: Julio Valdivieso, abogado director del Bufete Valdivieso Berdugo Valdivieso.
Nadie discute que conducir un vehículo se ha vuelto una necesidad más que un lujo, esta aseveración es cierta pero tenemos la obligación de decir las consecuencias que implica el hecho de sentarse tras un volante.
Me atrevería a decir que buena cantidad de conductores no conoce el Reglamento General de Tránsito, es más aún estamos pagando la factura como sociedad ya que, en el país primero se sacó la licencia y después se aprendió a manejar.
El desconocimiento e incumplimiento del reglamento general de Tránsito que es el que operativiza la Ley de Tránsito Terrestre y Seguridad Vial ha venido influyendo de tal manera que hemos aceptado incluso que la misma autoridad irrespete dicha norma.
Como sociedad debemos entender que la única forma de salir de este problema empieza por rescatar la cultura vial a través de campañas educativas, escuelas, jornadas de educación. Y algo sumamente importante es que debería incluirse dentro de nuestro sistema educativo la materia de educación vial, ya que se empezaría a crear una verdadera concientización ya sea como futuros conductores o peatones. Solo así resolveremos de una vez por todas uno de los principales problemas que aqueja a nuestro país. La ocasión es propicia ya que estamos a las puertas de un cambio de gobierno que bien podría implementar lo que tanto necesita este país.
No podemos dejar las partes impositivas del cumplimiento de las normas y es que “El problema de nuestro país no es un problema de ley si no de aplicación de la ley” sobre todo en materia de tránsito. La presencia permanente, la imposición de la sanción, para aquellos que irrespetan la norma, es fundamental para empezar a resolver un problema estructural que ataña a nuestro país, pues la normativa está, lo que hace falta es la voluntad política de aplicarla, de tal manera que deberá evaluarse seriamente:
- La reforma educativa incluyendo la materia en seguridad vial: esta reforma permitiría ir modificando desde lo básico de los futuros conductores determinando cual es la responsabilidad que implica conducir, pero sobre todo, las consecuencias de no hacerlo como se debe, el respeto al peatón, es decir, cambiar de manera radical esos hábitos negativos.
2. Elevar la edad para obtener la licencia de conducir incluyendo la eliminación de la licencia juvenil: la edad es un criterio sustancial y determinante. El discernimiento que debe tener la persona, es fundamental para poder distinguir entre lo bueno y lo malo por lo tanto es necesario evaluar si se mantiene la figura de la licencia juvenil.
- Incremento de multas razonables: Este incremento debe ser proporcional al tipo de infracción y a la gravedad de la misma pero no comparto el establecimiento tan alto de multa, porque establecer montos de mil dólares puede en un momento inducir a tratar de fomentar corrupcionesen quienes imponen las multas, mejor deberían suspenderse las licencias después de tres infracciones graves y volver delito conducir sin licencia esto ayudaría más que incrementar desmedidamente las multas.
- Establecimiento de una licencia especial para conductores del transporte colectivo con vigencia de un año: Esto es vital en el sentido que los conductores de autobuses deben de tener un perfil totalmente diferente no solo basta tener una licencia clase A, este sería uno de los requisitos. Debe tener además 25 años de edad y con la vigencia de un año de tal manera que no pueda renovar su autorización si no está solvente o libre de multas. Pero en la práctica, hay conductores que tienen hasta 20 mil dólares en multas y no la pagan por que hasta los 5 años viene a renovar la licencia, y allí se dan cuenta de la cantidad de dinero que deben y finalmente volver solidario al dueño de la unidad si contrata motorista sin licencia.
5. Aplicación sin distinción y de forma enérgica la ley y Reglamento de tránsito: He sostenido profesionalmente siempre que la Ley tiene que ser pareja en esta y otra materia. No podemos consentir que a unos ciudadanos nos interpreten la ley y a otros nos la apliquen.
Este tema no puede seguirse tolerando la falta de irrespeto a dicha normativa, por lo que concluyo que en nuestro país conducir un vehículo no es un derecho si no un privilegio. El estado tiene la facultad y el deber de dictar las norma y dictar la reglamentación que considere necesaria, a efecto de proteger no solo al peatón si no al propio conductor aún y cuando este no lo sepa o no lo quiera saber.