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Relaciones con China: Pan de hoy, hambre de mañana – Edición #81

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Por: Francisco Álvarez, observatorio de políticas públicas – Ufg

El Golfo de Fonseca es un activo estratégico geopolíticamente hablando, ya que dicho enclave permite mantener el control de al menos el 50% del Océano Pacífico. En este sentido, el control de China del Puerto de la Unión conlleva a ganar una posición estratégica invaluable dentro del juego comercial, tan es así, que Rusia posee una instalación de vigilancia a cargo de la Agencia Federal Espacial Rusia, en territorio nicaragüense.

Más aún, si se observan con detenimiento los países que han iniciado relaciones diplomáticas y comerciales con China en los últimos meses (República Dominicana, Panamá, El Salvador, entre otros), podría pensarse que los esfuerzos de China van encaminados a la apertura de nuevas rutas comerciales, con el objeto de adquirir mayor independencia en su cadena de suministro y mayor penetración en mercados a los que antes se le dificultaba su acceso de manera directa. Si a lo anterior se le pudiera agregar un nuevo aliado comercial (ya sea Honduras o Guatemala).

China sería capaz de implementar un corredor logístico de gran envergadura aparejado al Canal de Panamá a través de la infraestructura desarrollada (paradójicamente), por la cooperación internacional de los Estados Unidos de Norteamérica, dándole a China un potencial geopolítico y comercial difícil de contener a través de políticas arancelarias a corto, mediano y largo plazo.

China en la actualidad y debido a la confrontación en todos los ámbitos con los Estados Unidos de Norteamérica, se encuentra ocupando los espacios que ha dejado este último en el continente americano. Y es en plena guerra arancelaria, en donde el Gobierno de El Salvador decidió romper relaciones diplomáticas con la República de Taiwán, de forma apresurada (sin el consenso y las consultas necesarias por los canales destinados a ello). Con la esperanza de sufrir daños colaterales administrables en el corto plazo; bajo la visión que los mecanismos de presión más emblemáticos (como el TPS, entre otros), ya no podían ser esgrimidos en su contra.

Sin embargo, se han soslayado otro tipo de mecanismos, como FOMILENIO II (y la ayuda adosada a este). Los programas de refugiados para niños salvadoreños, así como otro tipo de programas emparejados al desarrollo local; los cuales directa o indirectamente, terminarán afectando a la población migrante más vulnerable que busca ya no un mejor porvenir, sino un mejor presente dentro de una realidad más estable que la salvadoreña.

En este sentido, El Gobierno de El Salvador ha defendido el establecimiento de las relaciones comerciales con China principalmente a partir de dos argumentos.

El primero, destacando los beneficios del acceso a un mercado como lo es el chino, lo cual podría traer beneficios a corto plazo, sin embargo, a largo plazo, podría derivar en el desaparecimiento de la micro y pequeña empresa, debido a que el intercambio comercial resultará asimétrico desde todas las dimensiones.

China al ser una economía de escala y sin mediar un tratado de libre comercio para la protección de los productores salvadoreños, sería imposible competir con los precios de las empresas chinas en igualdad de condiciones. Esto agravaría aún más el déficit de la balanza comercial, además del impacto en la merma de la capacidad productiva de El Salvador.

El segundo argumento se basa en el principio de la independencia en el establecimiento de las relaciones comerciales de los Estados, bajo la premisa del por qué Estados Unidos tiene una relación comercial con China y el Salvador no. Pero dicha pregunta podría plantearse de forma inversa, es decir, el por qué China tiene relaciones comerciales con Estados Unidos y no los condiciona para acceder a su mercado (y a El salvador sí), con el rompimiento de las relaciones diplomáticas con la República de Taiwán.

Cabe señalar que a todas luces resulta beneficioso para una nación acceder a un mercado como el de China. Sin embargo, la forma y el momento en que se ha realizado han colocado a El Salvador en una posición demasiado riesgosa. En donde la coyuntura más que comercial resulta geopolítica y entre medio de esta, nos encontramos los mismos de siempre, total, los salvadoreños aguantamos todo y sin quejarnos un ápice sobre las malas decisiones que toman en nuestro nombre y para nuestro futuro, nuestros amigos… Los gobernantes.

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