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PRUEBA CIENTÍFICA EN EL CAMPO PENAL – EDICIÓN # 93

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Por: Misael Rivas, especialista en criminología. 

Desde que Imotep se conoció como la primera autopsia, todas las escenas del delito cobraron vida por medio de sus investigadores, contando todo tipo de historia. Desde suertes de amor hasta crímenes cometidos por asesinos en serie o por individuos tratando de defenderse de la agresión injusta.

En estos tiempos debemos dar un paso firme en la historia salvadoreña, ya que por falta de investigaciones serias, estamos sufriendo la infame evidencia que entregan los testigos protegidos o criteriados. En los últimos 4 años la Fiscalía General de la República de El Salvador (FGR), ha triplicado la utilización de los testigos protegidos o criteriados, como prueba principal, obviando la científica por falta de verdaderos investigadores e intérpretes de la escena del delito.

Actualmente los equipos de inspección ocular, se han convertido en recolectores de pruebas macros, dejando a un lado los indicios medianos y micros de la verdad de la escena. Quizá ese descuido se debe al cansancio que profesan al no tener ni el tiempo ni el lugar adecuado para descansar o para evaluar los indicios, que presenta cada uno de los lugares de liberación o de cometimiento de delitos.

Los investigadores de la escena del delito deben constituirse en equipos de 5 miembros, comandados por un jefe quien interpreta o dirime el valor de una evidencia. Los recolectores de exterior, en número de dos, que son los que levantan los indicios de la parte perimetral aledaña a la escena, los recolectores internos, también en par, quienes van a evaluar las evidencias internas, teniendo todos la obligación de fotografiar y levantar huellas, líquidos corporales, objetos y demás cosas útiles que hablen con los investigadores, dándole el tratamiento de señalamiento y embalaje. En esta época digital, debemos superar los fotógrafos individuales y los planimetristas, ya que con la capacidad de los aparatos telefónicos actuales, podemos levantar videos de 5 formidables minutos, que ilustraran mucho mejor lo sucedido, así como el levantamiento fotográfico de decenas de imágenes, mismas que ayudarán a la discusión de lo sucedido, convirtiendo la planimetría en un trabajo de laboratorio más exacto y orientador para el intérprete de la escena.

En la actualidad se sufre de la deficiencia institucional de la preparación de un buen investigador criminal, ya que estos están faltos de capacitación adecuada, además de tener un mal apoyo técnico de laboratorio pronto e inmediato, sufriendo el retraso de las respuestas inmediatas debido al monumento de casos, así como falta de insumos, insuficiencia de personal, adiestramiento deficiente, cansancio y/o mala preservación de la escena misma y otros.

Los litigantes tenemos una oportunidad de oro ante la falta de capacidad de respuesta policial, ya que al ser querellantes y/o acusadores, podemos lucir nuestro talento técnica, no solo en delitos de sangre o sexuales, sino también en casos más complejos como delitos documentales, delitos cibernéticos o en contra del estado, de extorsión o de secuestro, la interpretación de los testimonios, etc. Como litigantes podemos cuestionar la falta de esos análisis, del abuso del testigo protegido o criteriado, ya sea en pro o en contra,  permitiendo el lucir la técnica criminológica de cada quien, cuidándose de no sentirse sobrados dentro del proceso.

El abordaje de la parte técnica siempre debe ser acompañada por facultativos entendidos en las diferentes materias, por ejemplo en un caso de “supuesto tráficos de órganos”, me hice instruir con un galeno experto en urología, quien fue el director de ese departamento en el ISSS, quien me enseñó y examinó hasta la saciedad, de cómo debía cuestionar a los expertos judiciales, lo que hizo que ese juicio no solo lo ganara sino que también sentara bases para que la Fiscalía mejorara el entrenamiento de sus auxiliares. Además como un plus, llamó la cobertura internacional de los medios de comunicación.

Debemos recordar que la atención a los detalles, puede hacer que la contraparte se concentre en algo sin importancia, dejándonos libre el momento necesario para explotar la parte que nos interesa. Por ejemplo, el hallazgo de polvo blanco en la escena, conlleva a pensar que el ilícito es cocaína, pero la atención al detalle técnico nos dará la victoria, así: si el objeto es quebrantado en su cadena de custodia, debe apreciarse como la teoría de la manzana podrida y tomar como bastión ese teorema, para luego realizar el abordaje en lo principal, ya sea como acusador o como defensor. Eso me sucedió hace más de 10 años cuando por la emoción de la cantidad y lo notorio del objeto, se violó el derecho constitucional a la correspondencia, lo que permitió que con un proceso en la sala respectiva, se diera la libertad a mi defendido.

No hay que sentirnos ni partes malhechores ni paladines, somos abogados que con un poco de argucia, podemos alcanzar resultados sobresalientes.

Recordemos que los jueces quieren ejercer el Derecho Penal del enemigo. Cuidado.

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