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Profundas fracturas sociales ponen a las personas y al planeta en riesgo de colisión, según el PNUD
La pandemia de la COVID-19 constituye la crisis más reciente que ha enfrentado el mundo, pero no será la última a menos que los humanos moderemos las presiones que ejercemos sobre el planeta. Así lo señala el recién publicado informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que incluye un nuevo índice experimental sobre progreso humano en el que se integran las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países (una medida de la extracción de materias primas en el mundo para cubrir la demanda nacional).
La edición del 30 aniversario del Informe sobre Desarrollo Humano, “La próxima frontera: desarrollo humano y el Antropoceno”, considera que las personas y el planeta estamos entrando en una era geológica completamente nueva, el Antropoceno o era de los seres humanos. En este contexto, los autores afirman, ha llegado la hora de que todos los países, ricos y pobres, rediseñen sus trayectorias de progreso asumiendo de manera plena, el estrés que estamos ejerciendo sobre la Tierra, y desmantelando los enormes desequilibrios de poder y de oportunidades que impiden el cambio.
El informe introduce una variante experimental del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Al ajustar el IDH, que mide la salud, la educación y el nivel de vida de los países, para incorporar otros dos elementos — las emisiones de dióxido de carbono y la huella material de los países— el nuevo índice ilustra la transformación que podría darse en el ámbito del desarrollo si tanto el bienestar de las personas como la integridad del planeta fueran considerados de manera conjunta como piedras angulares de la definición de progreso humano.
El Informe presenta a los líderes mundiales una cruda realidad: “Este informe nos señala la urgencia de hacer una transformación sistémica que nos ayude a repensar como nos relacionamos los humanos con el planeta, y a cambiar las normas sociales y los sistemas de gobernanza para crear sociedades productivas, inclusivas y resilientes que trabajen de la mano de la naturaleza.” afirmó Luis-Felipe López-Calva, Director Regional del PNUD para América Latina y el Caribe.
El Índice de Desarrollo Humano ajustado por presiones planetarias (PHDI, por sus siglas en inglés) saca a la luz un nuevo panorama mundial con una perspectiva menos idílica y más sincera sobre el progreso humano. Por ejemplo, más de 50 países abandonan el grupo de desarrollo humano muy alto, como reflejo de su dependencia de los combustibles fósiles y su huella material, sin embargo, países como Costa Rica, Moldavia y Panamá suben al menos 30 puestos, mostrando que es posible reducir la presión sobre el planeta.
Nuevas estimaciones prevén que en el año 2100 los países más pobres del mundo podrían experimentar hasta 100 días anuales más de clima extremo debido al cambio climático, cifra que podría rebajarse a la mitad de implementarse plenamente el Acuerdo de París.
El Informe muestra que las desigualdades entre países y dentro de ellos, con sus profundas raíces en el colonialismo y el racismo, derivan en que las personas que más tienen capturan los beneficios de la naturaleza y exportan los costos. Esto ahoga las oportunidades para las personas que tienen menos y limita drásticamente su capacidad de actuar ante esta situación.
El Informe añade que estas desigualdades podrían abordarse con actuaciones desde el sector público, y ofrece ejemplos que van desde la aplicación de regímenes fiscales más progresivos hasta la protección de las comunidades costeras a través de mecanismos de inversión preventiva y aseguramiento, medidas que podrían llegar a proteger a 840 millones de habitantes en las regiones costeras de todo el mundo. Sin embargo, es preciso que los esfuerzos se realicen de manera concertada a fin de garantizar que las medidas que se tomen no contribuyan aún más al enfrentamiento de las personas con el planeta.