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Política Fiscal y Coronavirus: cómo combinar la gestión financiera con la salud pública

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Nelson Eduardo Fuentes – Licenciado en Economía – Consultor Internacional 

El mundo sufrió un duro golpe inesperado en el año 2020, a causa del Coronavirus. La decisión de los gobiernos por mantener el orden en materia de salud pública y garantizar una buena gestión financiera de los recursos, requirió tomar decisiones ágiles y financieramente viables.

Los países de América Latina adoptaron diversas maneras de atender la emergencia, movilizando sus recursos para poder soportar la primera ola de la pandemia, además implementaron diversas acciones para disminuir el número de contagios, tales como, los confinamientos de la población, aumentar los recursos para el área de salud, garantizar la alimentación de los sectores más vulnerables, cierres de centros de educación y de lugares recreativos, además de diseñar programas temporales de ingresos, entre otros. Pero ¿Cuál debe ser la herramienta esencial que los países deben utilizar? Una política fiscal expansiva.

La política fiscal expansiva se utiliza para que los países logren atender los momentos de graves crisis y que la actividad económica se ve afectada por shocks externos o internos. En este sentido y con la dificultad que los países, en general, no cuentan con recursos suficientes para atender la crisis con sus propios recursos, requieren de acciones en materia financiera para garantizar el financiamiento del Estado y la gestión optima de los recursos.

En estos casos, la política fiscal actúa aumentando el gasto público para evitar que la economía se deprima y que el Estado asuma su rol protector. El apoyo de los organismos financieros internacionales fue muy importante en 2020 y lo seguirá siendo en 2021, no solo por los apoyos en créditos de emergencia o de apoyo presupuestario, sino también con la asistencia técnica en materia de conocimiento y de acciones que los países en el mundo estén implementando, para salir de la crisis, económica, fiscal y de salud pública. 

La política fiscal debe seguir actuando considerando que en el contexto de la pandemia se requiere un aumento en la demanda agregada dirigida a salud y al proceso de reactivación de la economía. Son los Estados los que tiene la responsabilidad de salir a la carga y garantizar el bienestar de las personas desde lo colectivo, ello se debe hacer a través de estímulos fiscales que logren superar los momentos de crisis, tanto en materia de salud pública como económica, ya que el crecimiento económico ha sido fuertemente golpeado, el FMI en el WEO de octubre 2020, muestra que el crecimiento económico de América Latina a precios constantes fue de -8%. 

La deuda pública de América Latina, según datos del FMI publicados en el WEO de octubre 2020, paso de 69.9% a 79.3% del PIB. Lo cual muestra el uso de una política fiscal expansiva a través de deuda. Adicionalmente, se debe considerar como herramienta de política, la recomposición y priorización del gasto público, exigiendo a los países reconsiderar los usos, de tal forma que permitan la movilidad de los recursos y que se utilicen de la forma más eficiente y transparente. El año 2020 fue un año difícil por la caída en la economía, los ingresos fiscales, las pérdidas en el empleo y el cierre de empresas, ha sido la misma historia a lo largo y ancho de América Latina y el Caribe, salir de ella en los próximos años no será fácil.

¿Qué más hacer? Para el año 2021 los presupuestos públicos deben ser fundamentalmente la principal herramienta de política económica y fiscal que los países deben utilizar para restituir la economía, guiar al sector privado por la senda del crecimiento y fortalecer de forma gradual las condiciones sociales, principalmente de salud pública. 

Es bastante probable que, debido al estímulo fiscal de 2020, el hueco fiscal para 2021 sea grande y las necesidades de financiamiento para cubrir las brechas fiscales aumente, por ello el buen manejo en la gestión financiera del Estado, para recomponer la crisis depende mucho de la situación política, social y económica. Los presupuestos públicos deben traer consigo medidas en varias vías, la primera debe ser aumentar los recursos sustantivamente en salud pública y la segunda, de apoyo al sector privado para la reactivación económica, iniciando, por una parte, en aquellas actividades productivas que generan mayores fuentes de empleo y mayor valor agregado y por otra, con aquellas que beneficien a la micro, pequeña y mediana empresa, de tal forma que logren garantizar crecimiento en la economía, la contención de la pandemia a través de mejoras en salud pública  y el equilibrio en su fiscalidad.

El crecimiento de nuestros países dependerá mucho de como en el 2021, se establecen medidas económicas y de salud pública eficaces, de tal forma que el crecimiento económico sepa recuperarse, en su balance preliminar, la CEPAL prevé un crecimiento de 3,7% en 2021, aunque hace ver que es un simple rebote estadístico debido a la caída fuerte de 2020.

En este sentido, los países deben saber ajustarse a la nueva realidad, cubriendo los huecos con medidas estrictas, para que las herramientas de política fiscal tengan la capacidad de atender necesidades o crisis futuras que se vengan. América Latina es un distinta pero con problemas similares en materia fiscal, en la medida en que los países tengan riesgos que atender, pobreza, cambio climático, desastres naturales, sistemas de pensiones complejos, entre otros, es la política fiscal aquella sine qua non, que debe ser la piedra angular de las políticas económicas que se adopten para superar los riesgos y vulnerabilidades, pero sobre todo en este contexto garantizar la salud de la población, el crecimiento de la economía y unas finanzas públicas sostenibles.

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