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Neurociencias y Derecho: El uso del lenguaje y las historias en el derecho

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Con el tiempo, el uso de las palabras para resolver los conflictos fue dando lugar al derecho, la ley previa y los abogados. De este modo, los primeros advocatus romanos hicieron de la capacidad humana de contar historias su profesión. En efecto, desde los tiempos de Cicerón hasta los abogados de Law & Order, un buen abogado es aquel que además de saber de leyes, sabe contar su caso, hacerlo interesante para quienes lo escuchan

Francisco Ferrer Arroyo – Prof. de Psicología Jurídica de la Universidad de Buenos Aires y Director del curso de Neurociencias y Derecho de la Fundación INECO

El lenguaje como herramienta mental

Conforme van pasando los años, las personas vamos perdiendo agudeza visual, audición y memoria, pero de acuerdo a los estudios neurocientíficos de Denise Park sobre envejecimiento cerebral, el área que mayor resistencia tiene al paso de los años es la del lenguaje.

Seguramente, ello se deba a que el lenguaje es lo que nos ha permitido a los seres humanos diferenciarnos del resto de los demás seres vivientes del planeta. No es que los demás animales no se comuniquen, sino que los seres humanos hemos hecho de la palabra una herramienta de absoluta sofisticación.

Por medio del lenguaje, oral primero y escrito después, hemos podido registrar los conocimientos del pasado y avanzar hasta el campo de la ciencia a partir de ellos. También nos permitió negociar con las tribus vecinas en lugar de entregarnos en peleas sangrientas. Abrió la posibilidad de crear realidades paralelas por medio de cuentos y leyendas narradas frente al fogón y nos permitió discutir con palabras lo que antes, los vecinos arreglaban a los golpes.

Con el tiempo, el uso de las palabras para resolver los conflictos fue dando lugar al derecho, la ley previa y los abogados. De este modo, los primeros advocatus romanos hicieron de la capacidad humana de contar historias su profesión. En efecto, desde los tiempos de Cicerón hasta los abogados de Law & Order, un buen abogado es aquel que además de saber de leyes, sabe contar su caso, hacerlo interesante para quienes lo escuchan. Y para contar historias, las neurociencias tienen algunas cosas que decir.

El poder de las historias

Las neurociencias aplicadas al campo narrativo, saben que el cerebro ama las historias y odia los datos fríos, pues las historias se procesan de manera casi automática y activan emociones, mientras que los datos duros, exigen prestar atención y hacer relaciones mentales con ellos. No es que nuestro cerebro no se interese por la lógica, sino que, tal como lo afirma Daniel Kahnemann, siempre preferirá aquello que implique el menor gasto cognitivo, de manera que entre un abogado que exponga simplemente su caso desde una perfecta lógica kelseniana de subsunción del hecho en la norma, y otro que haga esto, pero de manera narrativa, las personas se inclinarán por el segundo caso.

Los neurocientíficos que han estudiado el impacto de las historias atrapantes en el cerebro, como Paul Zak, han descubierto que, ante un buen relato, nuestros cerebros liberen oxitocina, más conocida como la hormona de la confianza y empatía. La oxitocina nos hace confiar en quien nos cuenta la historia, entregarnos al relato y conmovernos con lo que les pasa a los protagonistas.

Los documentalistas de Netflix lo saben bien, y por eso, a pesar de que nos cuentan hechos biográficos, siempre lo hacen con formato de historias (p.ej. El Mecanismo, que relata el Lava Jato brasilero en forma de serie; Narcos, con la vida de Pablo Escobar; etc). De allí que muchos abogados han comenzado a emplear storytelling para presentar sus casos ante el tribunal obteniendo muy buenos resultados.

El storytelling es el nombre que se ha dado a la vieja técnica de contar historias. No es novedosa, salvo por su nombre, y se relaciona con cierta estructura narrativa y personajes prototípicos que facilitan el relato y la identificación de los oyentes.

La técnica es sencilla, nos plantea que en toda historia deben respetarse estos patrones:

a) Comenzar presentando al protagonista en su vida cotidiana

b) Luego, algo ocurre que lo hace salir de sus rutinas para cumplir una misión o enfrentar algún problema

c) Aparece un guía o mentor que ayuda al protagonista a entrenarse en superar pequeños obstáculos

d) Enfrenta con un gran desafío

e) Finalmente, tras vencerlo, regresará a su vida cotidiana, pero cambiado. Si perece en el enfrentamiento lo que cambiará será el mundo.

Este esquema lo encontrará en la Odisea de Homero, Star Wars, Harry Potter, Matrix, Buscando a Nemo y en la mayoría de las películas que han tenido gran aceptación del público. No es la única manera de contar historias, pero para empezar, funciona bastante bien, y miles de años garantizan sus resultados.

A diferencia de una película, en un juicio hay dos o más finales posibles, y será la función de los jueces y jurados decidir cuál de los dos resulta el final más feliz para la comunidad, es decir, el más justo.

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