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La transformación de la abogacía a través de la tecnología

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Por: Rebeca Galdámez, Asociada Junior – Torres Legal

“El hombre absurdo es el que no cambia nunca” es una frase con mucho poder que pronunció el entonces primer ministro de Francia, Georges Clemenceau, en medio de su lucha por la firma del Tratado de Versalles, el cual puso fin a la primera guerra mundial.  A pesar de los múltiples cambios que como sociedad hemos experimentado, la profesión de los abogados es una que, a través de los años, y sobre todo en países de América Latina, se ha mantenido relativamente constante y sin muchos cambios. 

La resistencia al cambio

Pareciera que el paradigma de que la ley y sus procedimientos son cosas tan formales que no pueden mezclarse con la tecnología continúa muy presente. Veámoslo desde la óptica salvadoreña, actualmente en nuestro país contamos con una Ley de Firma Electrónica vigente desde el año 2016, pero no fue hasta 2021 en donde el primer proveedor de servicios de firma electrónica fue acreditado por el Ministerio de Economía. 

La factura electrónica es un mecanismo legal desde las reformas que se hicieron al Código Tributario en el 2009, pero para inicios del año de 2022 la implementación de esta figura permanece en un plan piloto por parte del Ministerio de Hacienda, a pesar de que se anunció que iba a ser implementada en el primer semestre de 2020. 

Un avance muy grande para El Salvador fue la aprobación de la Ley de Comercio Electrónico, pues les otorgó un marco legal a las relaciones contractuales celebradas por medios tecnológicos, pero si la misma no va acompañada de herramientas claves como la firma y la factura digital se queda corta. Asimismo, el país continúa sin una legislación clave para la evolución tecnológica que hemos vivido una ley de protección de datos. ¿Cómo podrá seguir evolucionando la sociedad salvadoreña sin algo tan básico como que se protejan sus datos? 

Un tren que no se puede perder

El tema de la legislación salvadoreña es un punto de partida importante respecto a la evolución de la profesión legal en el país. Si los cuerpos normativos que son guía para las actuaciones dentro de una sociedad no se adaptan o no se crean nuevas leyes que regulen escenarios modernos y tecnológicos como la recopilación de datos personales a través de plataformas electrónicas, hay muy poco margen de actuación para los abogados. 

Sin embargo, aunque no podemos cambiar la situación normativa del país de forma directa, sí podemos cambiar la forma bajo la cual ejercemos nuestra profesión. El esfuerzo de ponernos al día con la revolución tecnológica debe ser centrado en brindar a nuestros clientes mejores y más eficientes soluciones.

El Legal Tech o Law Tech se conoce como la implementación de la tecnología en los servicios legales. Puede verse como “disruptivo”, porque altera esta forma tradicional y conservativa de llevar a cabo la profesión legal, pero realmente es productivo. 

Pensemos en la cantidad tan grande de herramientas tecnológicas que existen y que pueden facilitar la vida de los abogados: la automatización de documentos, los ERP’s, servicios de nube, expedientes electrónicos, firmas electrónicas, Blockchain, entre otros. ¿Por qué no aprovechar el tiempo que la automatización de una compraventa de vehículo me va a ahorrar para darle un trato más personalizado a los clientes? ¿Por qué no tomar ventaja de la disminución de errores al momento de facturar que puede traerme el uso de un ERP para manejar los casos? 

¿Será este el fin del abogado?

La innovación no significa la eliminación de nuestra profesión. Si bien cada vez más hay herramientas que pueden perfectamente sustituir la labor de un redactor jurídico, siempre habrá ciertas funciones o ciertos detalles que podemos hacer como abogados que un software no logrará hacer. 

Y es que nuestra profesión no consiste únicamente en redactar escritos llenos de tecnicismos o un contrato con la mayor cantidad de cláusulas posibles, somos verdaderos asesores legales. Los humanos necesitamos ese contacto, ese sentido de “personalización”, que nos escuchen; pero también queremos resultados rápidos, errores mínimos.

Entonces, ¿Cómo convertirnos en abogados eficientes, productivos y excelentes? Es verdaderamente necesario convertirnos en abogados tecnólogos que buscan soluciones nuevas, nuevas formas de resolver o la creación de nuevas oportunidades para los clientes. La clave aquí es tener una experiencia centrada en el usuario, tal cual programador o diseñador que desarrolla productos enfocado en los usuarios.  

Debemos encontrar ese balance que mantenga nuestra profesión útil y necesaria, pero a la vanguardia. Y el camino más directo para lograrlo es implementando tecnología, invirtiendo en herramientas que nos diferencien y que nos hagan mejor.

Para convertirnos en abogados aptos para la industria 5.0, debemos cambiar, evolucionar e innovar; lograr que se deje de hablar de los abogados como una profesión anticuada o en decadencia; y que dejen de vernos como los últimos jedis. 

Desde nuestra trinchera podemos seguir proponiendo e instando a los legisladores a renovar nuestro ordenamiento jurídico y ponerlo al día con la realidad tan digital en la que estamos viviendo. Pero, lograr que la profesión legal evolucione es algo que únicamente nosotros podemos lograr a través del cambio de paradigma clásico, del abogado de traje que únicamente toma reuniones presenciales, del “tiene que venir a firmarlo acá a la oficina”, de los miles de expedientes en papel e impresiones innecesarias, entre muchos otros tradicionalismos que siguen vivos en nuestro día a día.  

Conclusión

La industria 5.0 es ya una realidad y exige productividad, eficiencia, iniciativas verdes, tecnología y sostenibilidad. Tomemos el reto de colocar a la industria legal como líder en esta nueva revolución industrial y hagamos uso de las herramientas que el desarrollo tecnológico ha creado. 

Permitámonos cambiar para no ser abogados absurdos, según la frase de Clemenceau, sino abogados que buscan constantemente innovar para poder darles a sus clientes soluciones eficientes, excelentes y satisfactorias. Centrémonos en nuestros usuarios y revolucionemos la profesión.

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