Artículo
Sobre la inminente transformación digital de El Salvador
Por: Roberto Bonilla, asociado de la firma Arias.
En los últimos meses, se ha potenciado la conversación en torno a una inminente transformación digital de El Salvador con la reciente aprobación de la Ley de Comercio Electrónico por la Asamblea Legislativa (a la fecha de redacción aún pendiente de sanción Presidencial) y la proliferación de una cantidad de proyectos de ley dirigidos a regular la actividad en internet. Nuestro país se encuentra en un momento decisivo en su historia en torno a su futuro digital, que dependerá de las políticas públicas con miras a la digitalización y a fomentar el desarrollo de software y la innovación, en un país considerado pequeño con una población de casi siete millones de habitantes.
La transformación hacia la digitalización no es sin precedente en países pequeños: Estonia, que tiene aproximadamente un millón de habitantes, en los años noventa implementó una serie de políticas públicas y cambios regulatorios basados en una apuesta por la digitalización del Estado. Desde entonces, ha sido el primer país en el mundo que declaró el acceso al Internet como un derecho humano fundamental, el primer país en aceptar firmas electrónicas, el primero en instituir el voto electrónico y, recientemente, el primero en adoptar una red de telecomunicaciones 5G.
Estonia, es ahora reconocido como uno de los países con mayor penetración digital del mundo, efectivamente siendo un testamento a la eficiencia y poder que brinda la digitalización sin importar su tamaño o población. Un 99% de los servicios públicos del país se brindan a través de plataformas digitales. Un 95% de su población declara sus impuestos completamente por internet y el país es ahora considerado como la cuna de un número de emprendimientos e innovaciones exitosas basadas en el desarrollo de software, habiendo sido el país de nacimiento de proyectos emprendedores como Skype y Taxify. La prevalencia cultural en torno a la digitalización es tal en Estonia, que ahora es considerado como el país con mayor número de emprendimientos per capita.
Esta apuesta por la implementación de software para hacer eficientes los procesos culturales y económicos, lo cual permite mantener bajos costos, tiene el potencial de transformar a países en todos sus estratos políticos, económicos y culturales. No obstante, es importante no perder de vista las consecuencias que trae la digitalización: en el mismo ejemplo de Estonia, en 2007 el país sufrió un ciberataque masivo que inhabilitó la mayoría de su infraestructura digital, afectando directamente la privacidad los datos de todos sus ciudadanos y deteniendo los servicios públicos de todo el país. Si bien se han implementado medidas para prevenir esto, como autoridades gubernamentales dedicadas únicamente a velar por la ciberdefensa, al año el país recibe denuncias de más de 10,000 incidentes cibernéticos.
Muchos países pequeños en el mundo, como Singapur y Japón, han adoptado la noción de digitalizarse para intentar determinar qué tan dramáticamente pueden transformarse digitalmente para poder cortar presupuestos y hacer más eficientes sus procesos. El Salvador no es una excepción, en el país ya contamos con una Ley Contra Delitos Informáticos y Conexos y se está trabajando una ley que regulará la protección de datos personales, entre otros proyectos de ley y de políticas públicas dirigidas a la digitalización de trámites y el registro digital único de personas. La transformación digital del país en todos sus componentes es ya inevitable e inminente, pero es importante que tanto la empresa privada como el Estado tomen en cuenta las consecuencias que esto implica, en todos sus aspectos.
Será necesario hacer frente de manera racional y responsable a los peligros que presenta la digitalización, como la ciberseguridad y el acceso indebido a los datos de usuarios o ciudadanos. Pero, desde un punto de vista positivo, la transformación digital debidamente implementada en un país relativamente análogo, implica la oportunidad de aprovecharse de lo que fundamentalmente es su mayor virtud: fomentar el desarrollo de la verdadera innovación, basada en la creación de cero y no en la imitación de modelos de negocio o casos de éxito en otros países. En un entorno empresarial, cultural y geopolítico global rápidamente cambiante, la innovación es la herramienta más pragmática para apostarle a la renovación y a la eficiencia y resulta ser la clave del éxito.
Así, es de suma importancia generar y trabajar bajo las condiciones regulatorias y económicas que mejor se enfoquen en el impulso de la verdadera innovación en el país, así como la inversión en la misma, ya que existe un enorme potencial económico en torno a la modernización de la industria y del Estado, tal como se ha hecho en países como Estonia. De esta manera El Salvador y su industria podrá competir bajo una mentalidad global y no meramente local o regional, siempre y cuando se aprovechen las virtudes del uso de las tecnologías de la información y se afronten responsablemente los desafíos regulatorios existentes en el país.