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La digitalización de los negocios o la observación del cambio ajeno. Trabajador versus negocios

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Por: Antonio Tejeda Encinas, presidente del Comité EuroAmericano de Derecho Digital

Toda revolución trae consigo un cambio y como sabemos, la resistencia al cambio es la manera en la que las personas reaccionan frente al mismo, pues la permanencia de lo conocido es entendida como fuente de estabilidad. Hay muchas cuestiones sociológicas y de otra índole que no serán traídas aquí, pues lo que nos interesa en saber qué ocurre con los negocios, (entendido como un conjunto de personas, empresas, situaciones… En las que se busca obtener un beneficio, ganancia o utilidad en el desarrollo de la actividad).

Es a partir de la aparición de internet, (por centrarnos en una circunstancia clave servida por métodos tecnológicos virales), cuando es de común aceptación que entramos en la era digital y en la tercera revolución industrial. Pero en muy poco tiempo, hemos pasado (aunque no hay un consenso generalizado) a la llamada 4ª revolución industrial en la que la Industria 4.0 y los objetos inteligentes empiezan a formar parte de nuestras vidas.

Parto y comparto la idea de que estamos inmersos en la era de las tecnologías emergentes en los diferentes campos de los negocios 4.0 y sumidos, por tanto, en la cuarta revolución industrial. Donde las fábricas inteligentes son ya una realidad con el aumento de la capacidad de computación y la flexibilización de la producción sin aumentar costes (podríamos hablar en otra ocasión de los costes laborales, sociales, costes éticos…).

Ahora bien, el día a día del pequeño empresario, no pasa por estar pensando en Hanover y en que la automatización industrial sea su mayor desafío. Sin embargo, una respuesta ágil, rápida, eficaz a su cliente, sí  está dentro de lo que se puede considerar que necesita una pequeña o mediana empresa. Y de la respuesta que dé a ese desafío diario, medirá si está dentro de los cánones de competitividad o no y en que en un plazo más o menos breve (dependiendo cuán rápido se adecúe su competencia) será vital para su supervivencia. (Aquí podríamos sacar a colación a las “empresas familiares” -tema del que podemos hablar en otra ocasión en cuanto a las mismas frente al paradigma de la digitalización).

Se especula con que sobre un 35% es la media del ahorro de costes que supondrá la adaptación a las nuevas tecnologías de esta “nueva fase industrial” que la digitalización de los procesos y servicios (aunque no solo eso, también influyen los procesos más eficientes, etc. etc), trae consigo.

Las nuevas tecnologías (las “necesarias” para las pymes) tienen la virtualidad de que es generalmente, económicamente asequible para todo tipo de empresas y además no todas tienen porqué implementar los mismos sistemas complejos. Sino que la mayoría con contar con elementos básicos como nuevos computadores y software adecuado será suficiente. Y es que no debemos perder de vista que no podemos hacer una revolución tecnológica sin ordenadores y que en muchos países, la escasez o insuficiencia de hardware es prima facie esencial para plantearse siquiera pasar al siguiente escalón. (He vivido como algunas administraciones públicas quieren poner en marcha sistemas de expedientes digitales y sus computadores son casi para ser exhibidas en el museo de la obsolescencia).

Volvamos a los negocios, pero hay que preguntarse, sobre qué negocios, en qué contexto de país, en qué situación previa, con qué competencia a priori (pues quien lidera el mercado en asuntos básicos que no necesita -o eso cree- de inversión), pensará que no procede invertir pues no le afecta las nuevas circunstancias a su estabilidad económica actual.

Pero centremos definitivamente la situación, y ocupemos el lugar que nos deparará a muy corto plazo la industria 4.0 a los negocios, las personas, la demanda, la formación…, Y es que todo está relacionado, pues si retomamos el comienzo de este artículo ut supra mencionado, la resistencia al cambio del trabajador afectará al negocio en sí mismo.

La flexibilidad de la producción tiene también su manifestación en las relaciones laborales y en la fuerza del trabajo en el que no solo basta tener personal con un gran conocimiento -como en la tercera revolución industrial- sino que ahora se necesita un trabajador con talento y, además, con la flexibilidad necesaria para adaptarse a entornos cambiantes con demandas imprevistas que pueden provocar despidos masivos y/o recomposición de plantillas con celeridad.

En este nuevo archipiélago de los negocios, el éxito se consigue con la formación a todos los niveles y en cuanto al trabajador, no solo talentoso sino con habilidades, fruto de su reconversión y que solucione problemas complejos que necesitan del elemento cognitivo como capacidad innata del hombre frente a la máquina. Pero, la empresa no debe perder de vista el Digital Employee Engagement para que sus negocios en la industria 4.0 sean un éxito.

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