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Inteligencia Artificial, ¿invasión automatizada a la privacidad?

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Por: Alejandro Giordano, privacy & legal counsel (México).

Hoy en día, la ciencia ficción de hace unas décadas ha rebasado cualquier expectativa. Lo que veíamos como anhelos de modernidad o sueños futuristas para apoyar labores cotidianas o para fines de diversión y esparcimiento, actualmente forman parte de nuestro día a día. 

Podemos hablar de películas en tercera o cuarta dimensión, relojes o lentes inteligentes, acceso a áreas restringidas controladas mediante huella digital o reconocimiento facial, monitoreo médico a distancia, hologramas, telefonía móvil, apps para guiar nuestros recorridos, para encontrar destinos para rentar hospedaje o solicitar transporte, hasta autos o ciudades inteligentes o drones volando en nuestras comunidades. Increíble!

El avance ha sido tal, que la preocupación en ciertas profesiones que podrían ser reemplazadas por la llamada inteligencia artificial y dejar sin trabajo a un número considerable de profesionistas, es seria. 

Pero en este desarrollo tecnológico, ¿dónde quedan los datos personales y su protección? Parece lógico preguntar si estas nuevas tecnologías traen solo beneficios para apoyar la vida cotidiana o también comprenden riesgos que contrarrestar, sobre todo considerando que los avances tecnológicos se desarrollan de manera vertiginosa y más acelerada que lo que se ha podido desarrollar la regulación respectiva.

Pensar en centros de atención telefónica para servicios bancarios o de venta en línea, empresas dedicadas al análisis e inteligencia de mercado, inteligencia profunda sobre el consumidor, marketing dirigido, comunicaciones personalizadas automáticas para temas promocionales, reconocimiento facial para cruces fronterizos internacionales o fotografías inteligentes a placas de vehículos ya sea para cobor de peaje o combate al crimen; labores en su mayoría llevadas a cabo por inteligencia artificial y que deben llamar nuestra atención no tan sólo por el avance tecnológico, sino a efecto de analizar si durante las etapas para automatizar estos procesos, fueron considerados aspectos de privacidad y que no sean mecanismos prefabricados con fallas de origen que den pie a reiteradas agresiones a la protección de nuestros datos personales.  

La inteligencia artificial sigue las reglas y algoritmos que los programadores hayan creado para cada caso particular, pero si estos programadores carecen del conocimiento y obligación de que sus creaciones cumplan en la materia, seguramente habrán creado inteligente artificial que invade e incumple la protección de datos.

Es entonces que el nacimiento de la llamada inteligencia artificial que parece se ha convertido en una tendencia preferida, debe ser dentro de un marco normativo elemental que asegure la protección de datos personales. Son entonces las grandes corporaciones que desarrollan estos procesos automatizados pero también en estas jóvenes generaciones que disfrutan crear apps quienes deben estar conscientes de la importancia del cumplimiento de estas obligaciones. 

Es precisamente en el desarrollo de estos procesos en donde deben establecer las condiciones mínimas para que esta inteligencia artificial nazca y en donde el término privacy by design encuentra cabida, es decir, todo proyecto debe considerar aspectos regulatorios que deberá cumplir antes de su puesta en marcha para que los consumidores, a pesar de ser contactados de manera automatizada, estas actividades se lleven a cabo dentro del marco normativo que no vulnere nuestra información.  

Ahora bien, cada uno de nosotros como consumidores, también debemos estar vigilantes, nuestra valiosa aportación será revisar con atención, y en su caso someternos, o no, al aviso de privacidad de la organización que maneja nuestros datos ya que es en este documento en el que se detalla el uso y manejo de nuestra información inclusive siendo esta administrada de manera artificial.  

¿Imaginan un dron sobrevolándonos y capturando fotografías de nuestras actividades y movimientos sin ninguna certidumbre de quién y para qué efectos se está llevando a cabo este monitoreo? O si quien lo está haciendo cuenta con autorización para ello? O quién y para qué efectos capturan las placas de tu vehículo? O por qué tu teléfono móvil te avisa la ubicación en la que estacionaste tu vehículo? 

Como relata Edward Snowden, este joven agente estadounidense de inteligencia, hoy perseguido y exiliado en Ecuador desde hace unos años, en su reciente libro denominado Permanent Record, “…nuestra vida se ha convertido en un libro abierto…”, es decir, como yo lo traduzco e interpreto, los aspectos de nuestra vida en esta era tecnológica, quedan expuestos a la invasión de nuestra más estricta privacidad aún siendo consciente de a quién y para qué entregamos nuestra información.

Ahora nuestros sueños de ciencia ficción deben transformarse en anhelos por una regulación robusta que pueda brindarnos esta seguridad. 

Parece que debemos mirar hacia la Unión Europea que lleva décadas de análisis y progreso en el tratamiento de los datos personales y dá a esta materia la relevancia que amerita.  

El interés en la protección de datos personales debe ser de todos y cada uno de nosotros y creará un ambiente de análisis y discusión que lleve a una regulación adecuada y entonces cree un entorno de alto cumplimiento tanto de los prestadores de servicios como de quienes los contratamos.

 

 

 

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