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Hiperbitcoinización: De la regulación a la adopción

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Escrito por: Jose Rodríguez | Fundador & CEO de Legalítika

Luego de casi medio año desde la aprobación de la Ley Bitcoin, el mundo entero sigue teniendo sus ojos en El Salvador. Desde las entidades financieras más relevantes como el Fondo Monetario Internacional, hasta los bancos más importantes, los entusiastas y los cripto empresarios, los que aprueban el proyecto y los que están en contra, todos comparten una mirada permanente hacia nuestro país. ¿Bueno o malo?

Es importante hacer notar que la criptoeconomía no fue una invención política. La realidad es que la lucha entre las finanzas centralizadas y las finanzas descentralizadas existe desde hace ya varias décadas. El Whitepaper de Bitcoin anunció la creación de un sistema financiero peer-to-peer con base en dinero electrónico que permitiría realizar pagos en línea directamente de una parte a otra sin necesidad de utilizar un intermediario financiero. Es indiscutible que los modelos financieros bancarios tradicionales, en muchas ocasiones tienen costos de transacción altos, con lo cual naturalmente no todos los usuarios de ese sistema tradicional simpatizan. 

Esa es una de las razones por las cuales surgen las finanzas descentralizadas (DeFi); una alternativa financiera que permite eliminar los costos de transacción, o reducirlos significativamente, permitiendo activar todo un sistema financiero alterno en un ecosistema cripto-económico y activo por la tecnología blockchain. En definitiva, una revolución financiera está ocurriendo alrededor del mundo, a la cual El Salvador ahora se suma estableciendo al Bitcoin como moneda de curso legal. 

La decisión es controversial desde todo punto de vista, y sigue causando mucha incertidumbre para la población salvadoreña. Sin embargo, al mismo tiempo causa un efecto supernova en la comunidad cripto alrededor del mundo, que, sin ninguna preferencia o interés en la política local, está demostrando creer verdaderamente en que la decisión tomada por el actual gobierno llevará al país a convertirse en una capital financiera de suma importancia en los próximos años. ¿Mito o realidad?

Los cambios siempre conllevan retos, pero los cambios disruptivos conllevan retos sustanciales y vertiginosos, sobre todo cuando la tecnología y las finanzas se ven involucradas. Regular lo desconocido puede traer consecuencias desastrosas; regular lo que desde su origen fue creado para no ser regulado, presenta un escenario de extrema contradicción. Sin embargo, cuando un gobierno decide adoptar una criptomoneda como moneda de curso legal, en definitiva la regulación es necesaria. 

La iniciativa ha despertado una fuerte ola de inversionistas y empresarios que está llegando al territorio salvadoreño de forma acelerada; este es un hecho irrefutable. Las entidades gubernamentales encargadas de la supervisión del sistema financiero y la prevención de las actividades de lavado de dinero y activos, se encuentran atravesando por una curva de aprendizaje lenta, atendiendo cripto actores que buscan materializar importantes negocios en condiciones jurídicas que consideran ser de mucho beneficio, amparándose en la Ley Bitcoin. 

¿Qué sucede cuando un país en vías de desarrollo adopta al Bitcoin como moneda de curso legal? Naturalmente se genera un choque entre la realidad material de los ciudadanos salvadoreños, que a esta fecha, únicamente alrededor del 25% de la población tiene acceso al sistema bancario, y una realidad material de alta sofisticación tecnológica y alto poder económico, que pretende sacar el mayor provecho de lo que ahora consideran ser la tierra más fértil para desarrollar sus inversiones y proyectos cripto. 

No cabe duda que la inversión extranjera es deseable para cualquier país en vías de desarrollo; la sabiduría de las entidades estatales para canalizar tal inversión, puede hacer la diferencia entre el crecimiento económico acelerado o mantener la inercia en la que nuestro país se ha encontrado durante muchos años. 

Desde cualquier óptica, se percibe un clima de sensacionalismo alrededor del Bitcoin. Para los empresarios que buscan sacar el máximo provecho a las oportunidades, este es un momento crucial. Por otro lado, la gran mayoría de la población se encuentra frente a la disyuntiva de aceptar un discurso político, o adoptar un sistema financiero descentralizado del cual debe primero aprender, para poder realmente aprovecharlo. El resultado dependerá del ritmo y la óptica con la que se lleve el abordaje de estos retos desde todos los actores involucrados.

La hiperbitcoinización es un sueño de muchos entusiastas del Bitcoin y de organizaciones y empresas muy importantes alrededor del mundo. La adopción del Bitcoin como moneda de curso legal abre un portal hacia una dimensión financiera que promete ser altamente rentable, y también de muy alto riesgo. La regulación es meramente el primer paso para abrir ese portal. El diámetro de ese portal únicamente puede expandirse en base a las estrategias que puedan ser planificadas para que la adopción de este nuevo sistema financiero descentralizado sea acelerado para lograr maximizar el potencial de la tecnología, y generar volúmenes importantes de adopción masiva. ¿Esto es bueno o malo para El Salvador?

Sin duda la comunidad cripto alrededor del mundo continuará fijando su mirada en nuestro país y apoyando la decisión tomada. Es sumamente importante generar espacios de discusión abierta, objetivos, apolíticos y completamente técnicos, para enfocar la atención en el desarrollo de conocimiento, y distribuir de forma acelerada la información que permita comprender en profundidad las bases de la economía cripto. Dependerá de cada uno, y de cada organización, obtener los beneficios que sin lugar a dudas promete este nuevo sistema financiero descentralizado.

Pasar de la regulación a la adopción es una decisión naturalmente descentralizada. Un gobierno puede tener en sus manos la regulación, es decir, la decisión de establecer al Bitcoin como moneda de curso legal, pero no tiene en sus manos establecer las reglas funcionales de un protocolo financiero descentralizado, ni la decisión de cada individuo relacionada a la adopción de una moneda que por fundamento, es y seguirá siendo libre. 

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