Estudio revela impacto del COVID-19 en los niveles de pobreza del Triángulo Norte

La Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES) presentó este miércoles un estudio sobre el impacto de la crisis del COVID-19 en la pobreza, enfocado en los países del Triángulo Norte. El documento es fruto del trabajo conjunto de FUSADES y el Commitment to Equity Institute [Insituto de Compromiso con la Equidad] (CEQ, por sus siglas en inglés), con el apoyo de Southern Voice.

José Andrés Oliva, investigador del Departamento de Estudios Económicos de FUSADES, recordó que los gobiernos de El Salvador, Guatemala y Honduras implementaron medidas

drásticas, que prácticamente paralizaron la economía. Se impuso un cierre forzoso de las actividades que fueron consideradas no esenciales. “El 16 de marzo de 2020, Guatemala cerró sus fronteras y suspendió las actividades no esenciales. Un día antes, Honduras declaró un toque de queda nacional, y El Salvador cerró sus fronteras y escuelas el 11 de marzo, decretando una cuarentena obligatoria algunos días después”, apuntó.

“Un 40 % de los ingresos de los hogares más pobres se pusieron en riesgo”, explicó Oliva. Entre los tres países, El Salvador registró el mayor aumento de pobreza, acorde con los dos escenarios planteados. Según el escenario de pérdidas concentradas, empleando una línea de pobreza de $5.50, el impacto del COVID-19 provocó un aumento del 12.1 % en El Salvador. En Honduras, fue del 3.5 %; mientras que, en Guatemala, la pobreza crecería un 2.1 %. Empleando el escenario de pérdidas dispersas, el incremento alcanza 10.1%, 4.2% y 1.6 %, respectivamente, en los tres países.

La pandemia, los confinamientos y la crisis económica que generaron alcanzó a varios estratos sociales, dijo FUSADES, desde los más pobres hasta los de ingreso más elevado, incluso de clase media. En El Salvador, el escenario de pérdidas concentradas mostró un aumento del 9.8 % en la pobreza extrema, donde 3.3 % provenían de los pobres moderados; 5.6 % del estrato vulnerable; y el 0.8 % de la clase media.

“A estos se le conoce como movilidad, es una movilidad desfavorable, hay un gran impacto en la economía y en los ingresos de los hogares que hacen que familias que estaban en el estrato de ingreso de clase media llegaran inclusive a pobreza extrema”, explicó Oliva.

El estudio también evaluó el impacto de los programas sociales aplicados para tratar de mitigar el impacto de la crisis por el COVID-19. “Los programas de atención por la emergencia, de carácter temporal en su mayoría, mitigan el impacto inicial pero no hacen una sustitución completa, la afectación sobre los hogares es más permanente y duradera. Hay que tener una visión más amplia e ir más allá de estos programas para atender la situación de los hogares más pobres”, sostuvo el especialista.

El impacto de estos programas sobre la pobreza hubiera sido mayor si los recursos se hubieran focalizado mejor, señala el estudio. En El Salvador, alrededor del 27 % de los recursos llegaron a los pobres. Estos hogares más pobres tuvieron un “derrame” del 6 % en cuanto al efecto de la ayuda. La investigación plantea que la focalización de los mismos recursos al 100 % en la población pobre, sin este derrame, habría permitido mejorar la situación de estos hogares más vulnerables. 

“La cantidad de recursos es importante, pero también es necesario identificar los grupos realmente más afectados implementando sistemas de focalización apropiados y actualizados para prevenir los gastos en exceso sobre los hogares que no lo necesitan”, agregó Oliva.Para este año, el Banco Central de Reserva (BCR) ha establecido una previsión de crecimiento del 12 %. Oliva comentó que es importante qué tan incluso es este crecimiento para poder hablar del efecto que este tendría sobre los niveles de pobreza. “La inclusividad del nuevo crecimiento depende de factores como de dónde viene el crecimiento, ¿viene de las exportaciones? Hay que ver cómo los estratos pobres se relacionan con ese crecimiento”, apuntó.