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Descuido de la Inversión Extranjera Directa – EDICIÓN #91
Por Jaime Ortega, fiscal general de la Universidad Cristiana.
El Salvador se coloca en la actualidad en la posición número 85, de un total de 190 economías evaluadas en la atracción de Inversión Extranjera Directa, según el Banco Mundial. Es decir, 12 casillas más abajo que los resultados de la edición 2018 del informe. De manera que las condiciones para hacer negocios en El Salvador siguen en picada, ya que el informe “Doing Business 2019” revela que la nación salvadoreña ha retrocedido en todos los indicadores evaluados y fue el país que más posiciones ha caído a nivel centroamericano.
Un ejemplo de ello lo vemos en la obtención de electricidad (posición 97) y la apertura de un nuevo negocio (posición 147), ya que no solo es burocrático, sino complicado, de tal forma que El Salvador, ha caído 9 y 7 casillas más abajo que el ranking anterior.
Del mismo modo, han venido en picada indicadores como; Registro de Propiedades (es la facilidad y agilidad con la que se puede asegurar un derecho) y la Resolución de Contratos, la cual mide el tiempo y el costo para resolver una disputa mercantil ante un juzgado local que brinde seguridad jurídica a las partes en conflicto.
En consecuencia, no se puede dejar a ultranza de la clase política, el clima de inversión. Se requiere de un esfuerzo que genere sinergia en la industria, el comercio y el resto de fuerzas vivas de El Salvador, dado que los grandes retos y desafíos no se solventarán con la sola intervención del gobierno. Ni estriban únicamente en la desindustrialización que está asociada al incremento de la violencia en el territorio salvadoreño, como lo establece la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), sino más bien, que todo ello está asociado a las divisiones ideológicas y la falta de inversión en educación.
Por lo tanto, para sacar a El Salvador del caos de violencia, de la desigualdad, de la miseria, de la falta de oportunidades, del bajo crecimiento económico, y encaminarnos hacia un mejor clima de inversión, se requerirá que se hagan cambios estructurales específicos como; el trabajo en equipo, para ello deberemos dejar a un lado lo ideológico y concentrarnos en la marca país, y hacer un análisis con las mejores mentes en materia económica, jurídica y otras disciplinas, para realizar una reforma integral al cuerpo normativo que elimine los obstáculos de la inversión.
Comenzando por reformar el Código Tributario, en el tema de los aranceles y la agilización de trámites de desaduanajes de mercancías. En ese mismo sentido, se deberán reformar el Código de Comercio, la Ley del Centro Nacional de Registros, la Ley de Servicios Internacionales y la Oficina Nacional de Inversiones (ONI). Para desburocratizar los trámites de la inscripción de las sociedades extranjeras y locales, ya que en la actualidad, existen varios pasos para lograr la inscripción de modo que se podría plantear una reforma para que todos los trámites se hagan en línea.
Y que haya una interconexión entre los Centros de Registros, Bancos, Ministerio de Hacienda, Ministerio de Trabajo, Certracen, Alcaldías, Afp´s y el ISSS, para volver más expeditos los procesos de inscripción de una sociedad mercantil local o extranjera. Asegurar la prontitud del cumplimiento de un contrato, o la inscripción sin premuras de una garantía inmobiliaria, así como ofrecer la eficacia de la seguridad jurídica de una marca o una patente. En otras palabras, modernizar las instituciones públicas y privadas, en aras de mejorar el clima de inversión.
Evidentemente, todo ello se puede resolver con voluntad y trabajo en equipo. Sin embargo, hay otros problemas que nos llevara más tiempo construir soluciones. Para lograr una mayor atracción de inversión extranjera, uno de ellos es mejorar los costos de energía eléctrica, siendo El Salvador, uno de los más caros en la región, por lo que se deberá destinar recursos para diseñar y producir energía limpia, que dé como resultado abaratar los precios de energía eléctrica.
El otro tema es bajar los niveles de violencia que tiene a la población en zozobra y el país se vuelve carente de atracción para la inversión, está claro que con mano dura y súper mano dura, no se podrá soluciones la violencia. Se requiere de una estrategia a la inversa, apostándole a los niños salvadoreños, desde la primera infancia, destinando recursos a educación hasta llevarlo al 7% del PIB. Porque una generación bien educada, piensa, emprende y produce riquezas.