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Del Mercados de Capitales a la Economía Real: Las Titularizaciones

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Marta Mena | Gerente Legal de Banco Atlántida El Salvador, encargada de la gestión de Atlántida Titularizadora, S.A.

El mercado bursátil salvadoreño es un mercado capaz de ofrecer capital diferente al tradicional bancario, como complemento o sustituto de este. Este capital puede ser obtenido por medio de emisiones propias de diversa naturaleza o a través de emisiones hechas por vehículos financieros especializados. A pesar de su potencial, no es un mercado cuyo potencial haya sido explotado.

El capital disponible en el Mercado bursátil proviene en gran parte de inversionistas institucionales, quienes buscan maximizar su rentabilidad de inversiones, sea por cuenta propia o en nombre de terceros.

Actualmente, los inversionistas más relevantes son los Fondos de Pensiones. Estos se han constituido en receptores y acumuladores constantes de liquidez a grandes proporciones. A enero 2021, la recaudación acumulada de dichos fondos ascendió a US$ 11,764.2 millones; y entre enero 2020 y enero 2021, la recaudación alcanzo los US$915.4 millones.

Por otro lado, un jugador relativamente nuevo en la provisión de recursos en el mercado de valores salvadoreño son los Fondos de Inversión. Desde 2018 a la fecha, estos vehículos ya administran un patrimonio total de US$255.7 millones, invertido en valores de oferta pública e inmuebles.

A pesar de lo anterior, la realidad es que la economía real salvadoreña aún depende en gran medida de la banca y no sabe aprovechar los beneficios del mercado bursátil. ¿Cómo, entonces, canalizar los recursos disponibles del mercado bursátil, de manera fluida y constante, hacia una economía real que necesita inversión?

Uno de los instrumentos que se ajusta a estos propósitos son los Fondos de Titularización, una figura regulada por la Ley de Titularización de Activos y diversas normativas de segundo grado.

El proceso de Titularización es enteramente supervisado por la SSF. Tiene una vocación eminentemente de financiamiento a mediano y largo plazo. Este financiamiento es obtenido mediante la cesión onerosa venta, a valor presente, de los flujos futuros o de algún capaz de generarlos, por parte de un “Originador”.

Dichos flujos o activos son a un Fondo de Titularización, cuya naturaleza jurídica es la de un sujeto de derecho especial: no tiene personalidad jurídica, goza exenciones fiscales, es

capaz de emitir obligaciones y es administrado por una sociedad especializada (Sociedad Titularizadora). El fondo paga al Originador el precio de esos flujos o activos, por medio de dinero que recoge a través de la colocación de una emisión de valores que pueden ser de renta fija o variable.

Para respaldo de los inversionistas, el esquema se configura de tal manera que el Originador quede aislado de los flujos o bienes cedidos. De esta manera, el riesgo de la emisión es equivalente al riesgo de los flujos o activos cedidos y aislados, no así al riesgo del Originador, pues este, jurídicamente hablando, no es un deudor. Esta es una diferencia fundamental entre un crédito bancario o una emisión propia.

A lo anterior se suman otras herramientas que garantizan el pago de la emisión, como trampas de liquidez, cuentas restringidas y otras garantías. Asimismo, la estructura se fundamenta sobre la base de solidos modelos financieros que contemplan escenarios de estrés muy conservadores y que son sujetos a revisión de la SSF y de las calificadoras de riesgo.

La figura es sumamente flexible y versátil. Permite la participación de múltiples originadores, así como la diversidad de bienes cedidos, sin importar su domicilio. Por ello, tanto el sector público como privado se han beneficiado de ella. A marzo de 2021, se registra un monto total de activos titularizados vigentes de US$1,321 millones, distribuidos entre 30 fondos (14 de originadores públicos y 16 privados).

Dentro de los bienes cedidos que a la fecha han conformado un Fondo de Titularización podemos mencionar: flujos futuros de remesas; desarrollos inmobiliarios; inmuebles en arrendamiento; derechos crediticios de contratos de arrendamiento; créditos; recaudación de impuestos municipales o contribuciones especiales; pagos por ventas en POS, colegiaturas y matriculas escolares, etc.

La capacidad de captación de estos fondos es especialmente amplia, pues actualmente es el instrumento financiero con mayor apertura para participación de los Fondos de Pensiones. Por ejemplo, la emisión más grande de la historia de la Bolsa salvadoreña que rondó los US$200 millones de dólares, fue financiada por este medio y con la intervención de ambos fondos de pensiones.

Dadas sus características, los Fondos de Titularización son ideales para el financiamiento de proyectos estratégicos de infraestructura. Dentro de los proyectos que pueden ser objeto de financiamiento total o parcial por medio de titularizaciones, se pueden incluir: la construcción del aeropuerto en la zona oriental del país, desarrollo de proyectos fotovoltaicos, la construcción del nuevo centro de gobierno, segunda etapa del SITRAMSS, construcción del corredor pacífico, entre otros.

No obstante, los Fondos de Titularización también pueden ser convenientes para sociedades con necesidades medianas de financiamiento. Para el caso de las primerizas en el mercado, una estructura de titularización costo-eficiente le permitiría participar inicialmente del mercado, sin tener que asumir, a priori, la administración de una emisión en su balance.

Estos son algunos ejemplos en que el mercado bursátil puede convertirse en un actor relevante para el impulso de una reactivación económica. Pero la figura se presta a mucha creatividad y es muy compatible con otros métodos de financiamiento o inversión. Lo importante es conocerla y aprovecharla. No tengo duda que a través de ella y por medio de un modelo de negocios costo eficiente, creativo y versátil, esta figura tiene el potencial de tejer un puente entre el mercado de valores y la economía real.


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