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Apostarle a la inversión es la clave para el crecimiento del país
Por: Eduardo Cálix, director de protocolo ceremonial de la Asamblea Legislativa.
Estamos en el arranque de un nuevo gobierno que deberá direccionar la economía del país para los próximos cinco años. Conducción que estará marcada por diversos acontecimientos que definirán la economía y, por tanto, muchos factores al interior del país como el consumo, el empleo, la inversión y el crecimiento, por citar sólo algunos.
Ante tal contexto, tanto la iniciativa privada, como organismos regionales e internacionales están atentos a lo que pueda suceder en el país. por ello, las proyecciones y análisis son de suma importancia para anticipar el posible panorama que acontecerá en el presente quinquenio.
La globalización que se transforma año con año ha venido experimentando vertiginosos cambios, en que intangibles como el conocimiento y la imaginación determinan más la generación de valor que la mera disponibilidad de capital físico o financiero.
Esta transformación es a la vez oportunidad para incorporar a la economía real nuevas fuentes de productividad, tales como energías sustentables; tecnología y redes de innovación y conocimiento.
Apostarle a estas iniciativas debe traer consigo inversiones de alto valor agregado directamente vinculado a los sectores más prometedores y en expansión. Y no sólo innovaciones tecnológicas, sino también innovaciones en modelo de negocios, modos de organización empresarial, modalidades de financiamiento, mercadeo a escala global, entrenamiento y despliegue del capital humano, entre otros.
La tendencia es irreversible y su predominio global se hace cada vez más patente. A pesar de que por ahora se deben establecer los profundos cambios institucionales y culturales necesarios para su pleno disfrute, los países que con más prontitud se pongan a la vanguardia de estas transformaciones, adelantándose en la construcción de infraestructura y capacidades sociales que demandan, darán un enorme salto hacia adelante.
La economía nacional debe diversificarse con un incremento acelerado en los flujos de inversión que incorpore innovación capaz de elevar la productividad y de volverla globalmente competitiva. Este aumento debe ser al menos, el doble de los niveles históricos de inversión extranjera directa registrados durante décadas de crecimiento insuficiente.
Si el gobierno se concentra en atraer inversión de alto valor agregado, y en ampliar oportunidades de educación de calidad, el país alcanzará tasas de crecimiento cercanas a su potencial y suficientes para erradicar la pobreza y la desigualdad.
La coyuntura por la que atraviesa la alicaída economía salvadoreña exige dinamismo y creatividad. Poner en práctica políticas públicas que reaviven el crecimiento económico y posibiliten la mayor creación de empleos y ocupación a través de una agenda de desarrollo productivo, es prioritario.
Lo más urgente es reiniciar el crecimiento económico sostenido a tasas anuales de al menos 5% real, y crear condiciones para seguir creciendo a ese ritmo por los años necesarios para eliminar la desocupación y la subocupación.
Eso pasa por consolidar la estabilidad macroeconómica y a su base la disciplina fiscal. El equilibrio fiscal abarata el costo del capital para el sector privado y las empresas se ven favorecidas en su inversión productiva. El bajo costo del capital permite que las inversiones productivas se multipliquen y generen más empleos.
Se necesita desplegar una estrategia integral que lleve a las regiones y localidades deprimidas del país, inversión extranjera directa con innovación, junto con educación media gratuita, superior y de calidad, con énfasis en lo técnico, que detone el crecimiento de la producción de manufacturas y, con ella, la creación de ocupación productiva y bien remunerada.
Una economía ralentizada y sin plena ocupación, lleva implícito un perverso mecanismo de empobrecimiento e inequidad, que termina por deteriorar el tejido social y crea las condiciones en que la inseguridad y la violencia se perpetúan. Por ello, se deben crear nuevas instituciones que reconozcan el valor económico y la contribución social de las nuevas modalidades de ocupación y recuperen la participación creativa y productiva de todos, en especial de los jóvenes.
No podemos dejar de mencionar, que nada de esto es factible íntegramente, sin la activa participación del país en el campo económico-comercial del regionalismo abierto y la unión aduanera. Se necesita combinar esfuerzos nacionales con esquemas regionales que provean sinergias y externalidades para promover y atraer inversiones que permitan la capitalización regional. Centroamérica requiere de un marco institucional adecuado y moderno, con instituciones bien definidas y financiadas. Reglas claras y sostenibles con mayor estabilidad y seguridad jurídica, que la hagan atractiva y segura a la inversión y al comercio intra y extra regional.
Un eficaz activismo conjunto, gobierno-empresa privada, debe ser un imperativo. Si privilegiamos el entusiasmo sobre la desesperanza, el crecimiento sobre la atonía, y se propicia una amplia discusión sobre la estrategia de desarrollo de país para una agenda de trabajo con visión de largo plazo, podremos superar los retos de hoy, y alcanzar las metas de desarrollo para un futuro más predecible, promisorio y sostenible.