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Abogados e intelectuales: Co-he-ren-cia
Escrito por Gilberto Solís, colaborador jurídico del Juzgado Quinto de Paz de San Salvador.
Todos los abogados saben que las decisiones que se toman deben ser justas o al menos conforme a derecho. Los abogados estudian derecho y los principios que se encuentran en él, y por ello tienen o deberían tener un concepto más afinado de la justicia que el concepto que puedan tener personas que no son abogados.
Pero, ¿qué pasa cuando un abogado que sabe de derecho y de justicia toma una decisión o defiende una postura contraria a derecho e injusta? Simplemente, es porque hay un problema de coherencia, y más importante aún, hay un problema en su tabla de valores.
La coherencia es vivir conforme a lo que se piensa como correcto. Es ser fiel a sus principios y sus ideas. La coherencia guarda relación con varios aspectos, y los que que considero más importantes son: 1) el honor; y 2) la humildad.
La humildad tiene como manifestaciones en las personas como: a) sinceras, b) agradecidas, y c) que piden perdón por sus errores. Un incoherente no es sincero con los demás, pero sobre todo no es sincero consigo mismo, puesto que toma una decisión que sabe que es incorrecta, pero por algún beneficio efímero de por medio decide de igual forma, tomarla. Un incoherente no c) piden perdón por sus incoherencias puesto que hace ver a los demás esas incoherencias como si fuesen decisiones correctas o coherentes, cuando no lo son. El incoherente, miente.
“El honor es la opinión que tienen los demás acerca de nosotros, y en especial la opinión general de quienes saben algo de nosotros”, A. Schopenhauer, El Arte de Hacerse Respetar. Hay muchas personas que quedaron en la historia no por sus grandes actos heroicos o grandes obras, sino por su coherencia de vida.
Jesucristo, fue un ejemplo de coherencia, una persona que estuvo dispuesta incluso a dar su vida por lo que creía como correcto. Pero ¿qué creen que hubiese pasado si Jesucristo hubiese dicho en el último momento al Sanedrín, a Poncio Pilato o a los soldados que lo torturaron, que no era él el hijo de Dios, que se arrepentía, que haría todo lo que ellos le pidieran pero que no lo mataran. Todo lo dicho, todo lo vivido, todo se hubiese ido a la basura por una simple incoherencia, pero no fue así, fue coherente y quedó para la historia de la humanidad como ejemplo claro de coherencia. Por ello, hay grandes intelectuales que dicen “el honor vale más que la vida”.
Abogados e intelectuales: de qué sirven tantos años de estudio, reconocimientos, diplomas, maestrías, doctorados en universidades prestigiosas, ponencias y comentarios impecables, de qué sirve todo el honor y prestigio que construyeron en años, si cuando deben ser coherentes con lo que creen, no son coherentes. Para qué sirve tanto esfuerzo, para qué sirve tanto tiempo en construir algo tan valiosos si lo echan a la basura, para qué sirve tanto.
Abogados e intelectuales: no olviden que el honor y prestigio se forja en años pero que se tira a la basura en segundos.
Antes de terminar, el filósofo del derecho Gustavo Zagrebelsky, expresidente de la Corte Constitucional italiana, en su libro El Derecho Dúctil, tiene un estilo de hacer también citas bíblicas para ilustrar sus pensamientos desde un punto de vista estrictamente racional y no religioso, yo haré lo mismo: “¿[d]e qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida?” San Mateo 16:26.
Amigos lectores, no olviden que cuando los abogados e intelectuales son incoherentes es porque $iempre hay algo de por medio, “[l]as cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen” – B. Gracián.
La imagen de este escrito son cebras aparentemente domesticadas, pero es solo una ilusión, la cebra es la única especie de los équidos que no ha podido ser domesticada por el ser humano, y así deben ser los verdaderos intelectuales, es decir, coherentes e incorruptibles…
Por último, un ejemplo más de coherencia: mi perro siempre que llego a mi casa, mueve la cola como una muestra sincera de alegría, confío y creo más en ese coherente meneo de cola que en los comentarios de esos intelectuales y abogados incoherentes.