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Abogacía 4.0 = Ingeniería de transacciones legales

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Por: José Antonio Rodríguez, fundador y CEO de Legalítika.

¿Debería un abogado desarrollar competencias profesionales en torno al uso y al poder que tienen los lenguajes de programación? Sin lugar a dudas nos encontramos atravesando una etapa de cambios que suceden a ritmos vertiginosos nunca antes vistos. La industria de servicios legales no está excluida de este fenómeno, sin embargo, los actores jurídicos del sector público, privado y académico, en muchas ocasiones están siendo arrastrados por una ola digital sobre la que no están teniendo el control deseado.

Al profundizar en el análisis de este momento tan crítico, surgen algunas interrogantes al respecto, inicialmente, deberíamos preguntarnos: ¿Cómo visualizamos el  perfil del profesional jurídico en esta revolución 4.0?, ¿cómo se transformará la industria de servicios legales y la forma de entregarlos al cliente?; ¿qué cambios jurídico-tecnológicos requiere atravesar el sistema de administración de justicia y las instituciones del sector público que giran en torno a diferentes aristas legales?, y finalmente, ¿qué deberíamos aprender en la Escuela de Derecho 4.0? Es urgente hacer notar que el ecosistema jurídico requiere evolucionar.

La discusión es extensa y amerita iniciar de forma expedita. La transformación jurídica digital debe ser impulsada por todos los actores del ecosistema de forma articulada, y el primer paso tiene sus fundamentos en una apuesta por la innovación legal.

Al hacer referencia al ecosistema jurídico, es importante generar una visión integral de tal forma, que se tenga presente el hecho que este proceso de evolución entorno a la innovación aplicada al derecho, conlleva naturalmente una serie de procesos que pueden ser integrados de forma horizontal en colaboración con otros actores que no necesariamente son parte de ese ecosistema, que tradicionalmente ha sido muy rígido. Esto implica que la industria jurídica 4.0 deberá encontrar una forma de adaptarse y evolucionar al ritmo de quienes están demandando una nueva generación de servicios legales centrados en el cliente 4.0, y con esa visión, continuar agregando valor de forma colaborativa y multidisciplinaria.

En base a estos fundamentos surge un concepto que se encuentra en boga en la jerga del disruptor legal de regiones digitalizadas: El “ingeniero de transacciones legales”. Un profesional jurídico en forma de “T” (o “T-Shaped Lawyer”, por su traducción al inglés), quien propone ser un híbrido entre un abogado y un ingeniero informático de transacciones. Así pues, este híbrido se convierte en un insumo de importante valor, teniendo conocimientos jurídicos profundos en su base, pero al mismo tiempo, ha desarrollado competencias transversales que le permiten utilizar herramientas tecnológicas sofisticadas en favor de su desempeño y la entrega de servicios hacia sus Stakeholders.

Entre algunas de las herramientas tecnológicas más populares que están siendo adoptadas para el ejercicio de la práctica jurídica 4.0 se encuentran:

a) Procesamiento de lenguaje natural

b) Aprendizaje de máquina

c) Analítica predictiva de datos legales

d) Contratación electrónica inteligente

e) Blockchain

d) Automatización documental y de procesos administrativos; entre otras.

Así pues, el profesional jurídico del futuro no puede obviar la trazar una ruta estratégica de evolución y formación técnica en algunas de estas tecnologías. Para ello, deberá, como mínimo, comprender el funcionamiento de los lenguajes de programación y el potencial que tienen al ser aplicados a la práctica jurídica.

Si bien las tendencias de vanguardia tecnológica apuestan por una rápida adaptación de los actores del ecosistema, debe tomarse en cuenta la etapa de madurez en la que se encuentra el mercado latinoamericano de servicios legales. En ese sentido, la ruta de transformación jurídica digital requiere partir desde la generación de un cambio profundo de paradigmas, el cual surja desde la concepción pura del derecho como una disciplina que urgentemente necesita innovar para adaptarse a la revolución 4.0.

La continua búsqueda una nueva visión transformadora a partir de la adopción de los componentes que comprende la cultura de innovación legal, permitiría a los diferentes actores del ecosistema alinearse para encontrar formas de colaborar en conjunto con diversos sectores a quienes también puede beneficiar ésta transformación.

Incentivar la creación de espacios dedicados a la innovación de este ecosistema ha probado ser un factor determinante en otros países. Sin embargo, los laboratorios de esta naturaleza en los que se realizan experimentos jurídico-tecnológicos, requiere contar con recurso humano capacitado, tanto en leyes como en tecnología.

Para lograr ejecutar éste tipo de iniciativas, en Legalítika hemos generando alianzas con organizaciones como la Facultad de Derecho de la UFG, quienes ya han anticipado los cambios significativos que requiere sufrir la educación del Abogado 4.0.

Para ello, merece la pena considerar la siguiente interrogante: ¿Debería un abogado aprender a programar? En la medida la transformación jurídica digital avance, cada vez será más natural e indispensable que el abogado 4.0 entienda y conozca el potencial que tienen los lenguajes de programación. Solo así será capaz de utilizar la tecnología en favor de los intereses que protege y de cumplir con las expectativas de quienes demanden servicios jurídicos 4.0.

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