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POBLACIÓN MIGRANTE RETORNADA, IMPULSORES DEL DESARROLLO INDUSTRIAL Y ECONÓMICO

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Por: Ricardo Flores, investigador económico del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Francisco Gavidia.

La Organización Mundial para las Migraciones (OIM) refiere el término migrante a toda aquella persona que se traslada fuera de su lugar de residencia habitual, adentro de un país o a través de una frontera internacional.

La migración debe entenderse como un proceso histórico, inherente a la naturaleza humana, siendo de esta manera, las sociedades actuales, resultado de procesos migratorios. Cómo dijo Saramago en su “historias de la emigración”: Si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu abuelo, antes que él, no tuvo otro remedio que irse, cargando la vida sobre las espaldas, en busca del pan que su tierra le negaba.

El tema de migración y movilización forzada ha estado presente durante toda la historia de salvadoreños/as, especialmente en la historia reciente, y como tal ha influido de manera directa en lo que es el país hoy. Hay estimaciones de más de 2.5 millones de salvadoreños solamente en los Estados Unidos.

Estados Unidos es el país de destino mayoritario de salvadoreños/as en proceso de migración irregular. A 2017 el número de emigrantes salvadoreños fue de 1.56 millones de personas, dirigiéndose casi el 90% hacia EE. UU. (ONU, 2017). En 2018 se observó una dinámica similar, sin embargo, a partir de octubre se da un nuevo fenómeno, el de migración en caravanas. Se estiman que en estas participaron más de 4 mil salvadoreños/as. Además, anteriormente la población migrante se caracterizaba por hacerlo de manera individual, ya fuera por hombres, mujeres, o niños/as (crisis humanitaria de niñez migrante no acompañada). Sin embargo, a partir de 2018 se observa un cambio en la dinámica a una migración de grupos familiares completos.

La situación de las/os migrantes es crítica, aunada con una cultura salvadoreña altamente desconsiderada, que observa con buenos ojos mientras permite el envío de remesas, sin embargo, cuando este retorna se encuentra con realidades adversas, en donde no se le permite el desarrollo económico ni social. Actualmente hay programas para la reinserción, y muchos han sido destacados a nivel internacional (caso la Chacra), estos deben ser potenciados y acompañados por los demás actores que juegan un rol en el desarrollo.

El perfil del migrante salvadoreño en EE. UU. es el de un trabajador/a altamente tecnificado, según algunas estimaciones de UCLA, el/la salvadoreño/a en EE. UU. es 8 veces más productivo que en El Salvador, adicionalmente, es bilingüe. Esto le permitiría al migrante que regresase a El Salvador, una ventaja competitiva que bien aprovechada, podría significar mayores niveles de producción con alto valor agregado a la industria en la que pudiese desarrollarse.

La caracterización de las/os salvadoreños en EE. UU., y su íntegra reinserción en el mercado laboral impactaría de manera positiva en el desarrollo de la industria salvadoreña. Algunas de las industrias que pudieran verse potencialmente favorecidas son: construcción, dada la alta tecnificación de la mano de obra, procesamiento avícola, fabricación de textiles, y servicios alimentarios. Se pudiese considerar, incluso, como un proceso de importación de conocimiento y tecnificación, así como uso de tecnologías, con esto incrementaría la competitividad de las empresas, la capacidad productiva e incorporación a nuevas tendencias mundiales. Permitiría la dignificación de las personas retornadas, así como un incremento de empleo de alto valor agregado. Ante una industria dinámica, mayores ingresos y salarios, mayor recaudación resultando en mayor desarrollo.

Destaca que los ingresos de las/los salvadoreños en EE. UU. superan, incluso, el Producto Interno Bruto Salvadoreño. Según la encuesta de ingresos promedio de salvadoreños en EE. UU., en 2018, fueron de $28,663 millones, el PIB se calculó en $25,059 millones. Esto se trae a cuenta para exponer que la comunidad salvadoreña es de alto potencial. Primero, en generación de ingresos dadas las condiciones permitidas, y, segundo, de ahorro privado y potencialidad de inversión, inversión que bien llevada podría significar desarrollo descentralizado al urbanismo capital, con las facilidades de un gobierno central y local, podría significar incluso codesarrollo, convirtiéndose en apoyo de diversas maneras por parte de la población migrante al desarrollo del país.

Las y los migrantes salvadoreños son quienes han sostenido esta economía. Es momento de identificarles como tal, de saber acogerles en El Salvador de manera íntegra, sin estigmas, y sabiendo la potencialidad que significarían al desarrollo. Sobre todo, hay que saberles respetar y garantizar sus derechos. Hoy, ante la coyuntura es necesario replantearnos nuestro rol y el de ellos/as en lo que debe trabajarse para la generación de una estructura económica, que permita el pleno desarrollo de las personas, y con estas, el de su industria que aportará al saneamiento económico en el corto plazo y mediano plazo.

 

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