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“El crimen transnacional ha evolucionado más allá de la capacidad de respuesta de los Estados”

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Por Diana Verónica Ramos
Especial para DyN

Rubén Darío Ramírez Lezcano tiene una amplia carrera diplomática en Paraguay. Es, además, economista. Ahora es el canciller de su país, un cargo que ocupó de 2006 a 2008 en el gobierno de Nicanor Duarte.
A sus 59 años y con más de 3 décadas de carrera ahora busca llegar a la secretaría de la Organización de Estados Americanos (OEA). Eso lo trajo a El Salvador como parte de una gira por Centroamérica y otros países del hemisferio, en busca de apoyo para su candidatura.
Ramírez Lezcano se perfila como un hombre con una visión renovadora para la región, sustentada en su habilidad para mediar en contextos complejos y su compromiso con el fortalecimiento institucional de los países miembros.
En su gestión ha liderado negociaciones clave, impulsado el diálogo en situaciones de alta polarización política y fortalecido las relaciones multilaterales de Paraguay. Además, su formación multicultural lo ha posicionado como un interlocutor efectivo en diversos escenarios regionales e internacionales.
En su visita a El Salvador, Ramírez Lezcano destacó los logros económicos y sociales de Paraguay, reconoció los avances del gobierno de Nayib Bukele, habló de resiliencia y administración responsable de recursos. Busca consolidar su candidatura como una opción que priorice el diálogo, la transparencia y la cooperación efectiva en la OEA.
Su recorrido por el hemisferio no sólo reafirma su compromiso con los principios de la organización, sino también su capacidad para liderar un proceso de transformación que responda a las complejas demandas del contexto actual.
Derecho y Negocios (DyN) conversó con él sobre sus proyecciones, ideas, aspiraciones y planteamientos para la región desde un organismo tan amplio y complejo. Esta es la entrevista

¿Busca el apoyo de El Salvador en esta candidatura, señor Canciller?

Rubén Ramírez Lezcano (RRL): Sí, busco el apoyo de El Salvador. Al mismo tiempo, estoy interesado en entender cuáles son las necesidades específicas de este país, como lo hago con todos los Estados miembros de la OEA. Mi propósito es primero comprender esas necesidades y luego atenderlas en la medida de lo posible.

¿Se reunirá con funcionarios del gobierno de El Salvador? ¿Es parte de su agenda identificar las prioridades de los países miembros de la OEA?

Efectivamente, tengo programado reunirme con las autoridades nacionales, incluido el vicepresidente. También espero reunirme con el presidente Bukele, con quien ya tuve oportunidad de interactuar durante su inauguración junto al presidente Santiago Peña.

¿Qué opinión tiene sobre el gobierno del presidente Bukele y los logros reconocidos en sus primeros cinco años?

El presidente Bukele ha logrado implementar uno de los elementos fundamentales de la OEA: la seguridad ciudadana. Esto es algo que muchos países están interesados en conocer más a fondo, especialmente los programas y proyectos que han llevado a esos resultados.

El tema de la seguridad, ¿será una prioridad si gana la Secretaría General? ¿Es una necesidad para los países miembros?

Sin duda, la seguridad es una necesidad absoluta. Tiene un enfoque general, pero también particular según cada país. El crimen transnacional ha evolucionado más allá de la capacidad de respuesta de los Estados, y esto incluye el tráfico de drogas, armas y personas, la corrupción, y los retos relacionados con la ciberseguridad, como el robo de datos, la identidad, las noticias falsas y el phishing.

Además, hay que abordar la seguridad desde un enfoque multidimensional: la seguridad ambiental, afectada por el cambio climático; la seguridad jurídica; y la seguridad institucional. Todos estos son aspectos clave.

¿Cuáles son los pilares de su planteamiento?

Nuestra propuesta está sustentada en cuatro pilares:

Democracia: Fortalecer las instituciones democráticas para garantizar que los órganos responsables de los procesos electorales puedan legitimar la voluntad popular.
Derechos Humanos: Potenciar la capacidad de la OEA para abordar esta cuestión desde su mandato fundacional en 1948. Queremos que la Corte Interamericana de Derechos Humanos tenga las herramientas para responder de manera objetiva, pragmática y efectiva a las necesidades de justicia ciudadana.
Seguridad: Como mencioné, un enfoque integral que abarque desde el crimen organizado hasta el cambio climático y la ciberseguridad.
Juventud y principios democráticos: Promover valores como la democracia, la libertad y los derechos humanos, asegurando que las nuevas generaciones se formen en estos principios.
Trabajaremos juntos con los Estados miembros para fortalecer a la OEA y su papel en la región.

¿Cómo se pueden alcanzar estos objetivos en un momento en que se critica a la OEA por no ser inclusiva ni verdaderamente humana, y cuya credibilidad parece estar en declive entre los países miembros?

Lo que proponemos es una renovación de la OEA. Fue creada en 1948 e instituida en 1951, pero necesita adaptarse a los desafíos y oportunidades actuales. Los pilares que planteamos —democracia, derechos humanos, desarrollo sostenible y seguridad— son fundamentales para atender las necesidades específicas de cada país de manera diferenciada.

Las necesidades de países como Estados Unidos o Canadá no son las mismas que las de Brasil, Argentina u otras naciones. La OEA debe implementar programas específicos para abordar las prioridades de cada región: seguridad ciudadana, lucha contra el crimen organizado, corrupción, tráfico de drogas, armas y personas, así como cuestiones como las migraciones, que hoy son clave.

Nuestra propuesta busca crear un programa integral que, al mismo tiempo, sea lo suficientemente flexible para atender las necesidades particulares de cada país.

Usted menciona la democracia como uno de sus pilares, pero en América enfrentamos dos situaciones particulares: Nicolás Maduro en Venezuela y el estilo de liderazgo del presidente Trump en Estados Unidos. ¿Cómo abordaría estas situaciones tan diferentes como secretario general?

Empecemos de lo general a lo particular. En los últimos 10 años hemos visto un retroceso sustancial en la calidad democrática del hemisferio. Este retroceso se refleja en reclamos ciudadanos no atendidos, como la seguridad, el acceso a alimentos, mejores ingresos y calidad de vida.

Hemos observado regresiones hacia regímenes autocráticos, como en Venezuela y Nicaragua, dos países que la OEA ha perdido como miembros. En el caso de las dictaduras, Paraguay tiene autoridad moral para hablar: sufrimos la dictadura más longeva del hemisferio, con Alfredo Stroessner, que duró 35 años. Este 3 de febrero celebramos el 36 aniversario del regreso a la democracia.

Las diferencias entre la democracia y la autocracia son abismales, pero no basta con declaraciones o fotografías para cambiar la realidad. Necesitamos generar presión en múltiples frentes, no sólo económica, para fortalecer a la oposición que reclama democracia, valores democráticos y respeto por los resultados electorales.

En el caso de Venezuela, el régimen de Maduro no ha cumplido con las condiciones del Acuerdo de Barbados:

Tener una autoridad electoral creíble y respetada, que brinde legitimidad y legalidad a los resultados.
Garantizar la participación de todos los ciudadanos con derechos constitucionales para postularse como candidatos.
Contar con observación electoral independiente y objetiva para validar los resultados.
Como estas condiciones no se han cumplido, países como Paraguay no reconocen a Maduro como presidente de Venezuela. En su lugar, hemos reconocido a Juan Guaidó y posteriormente a Edmundo González Urrutia como presidentes legítimos.

¿Es suficiente lo logrado hasta ahora respecto a Venezuela?

No, no es suficiente. Hasta que Edmundo González Urrutia, respaldado por resultados legítimos, se instale en Venezuela como presidente, no lo será.

¿Es posible lograr este objetivo desde la OEA?

Estoy convencido de que sí. La OEA fue instituida precisamente como la herramienta para trabajar en estos temas. Sin embargo, solo con declaraciones no lograremos cambiar la realidad de los venezolanos ni derrocar un régimen que no representa la voluntad soberana del pueblo de ese país.

¿Cuál es su posición sobre el presidente Trump?

He tenido la oportunidad de dialogar con el Secretario de Estado, tanto antes como después de su designación, sobre temas relacionados con nuestro hemisferio. Existe un compromiso claro para trabajar de manera conjunta y responsable por el bienestar del hemisferio occidental.

Hablemos de Nicaragua, un país que enfrenta una dictadura que persigue a la Iglesia Católica, se enfrenta a la empresa privada y se ha retirado de la OEA. ¿Cómo abordar este caso?

Debemos aplicar los antídotos necesarios para situaciones como las de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Aunque estos últimos ya no sean miembros de la OEA, la pérdida de la democracia en el hemisferio afecta la estabilidad política regional.

Es crucial trabajar más allá de las ideologías. Se trate de ciudadanos que respondan a diferentes visiones políticas, lo importante es reconocer que hay personas sufriendo. Por eso proponemos una OEA más humana, cercana a la gente, y especialmente a los jóvenes.

Dentro del pilar de la democracia, apuntamos a educar a la juventud para que conozca, valore y promueva este sistema. La democracia no es perfecta, pero sigue siendo el mejor modelo identificado hasta ahora.

El Salvador ha criticado a la OEA en materia de derechos humanos, señalando que, a veces, se defienden más los derechos de los victimarios que los de las víctimas. ¿Qué opina al respecto?

Es un tema que debemos corregir. Es fundamental garantizar seguridad jurídica y evitar la ideologización de la justicia. Lo peor que puede ocurrir es politizar la justicia o judicializar la política.

Necesitamos instituciones más sólidas y respetadas, lo cual solo se logrará a través del diálogo y la construcción de consensos entre los países miembros. Debemos encontrar soluciones estructurales que fortalezcan la confianza en la justicia y la democracia en la región.

El tema de la seguridad parece crucial. ¿Es cierto que los representantes de seguridad de los países miembros de la OEA no han tenido reuniones ni tomado decisiones en conjunto?

Así es. Mientras tanto, el crimen transnacional organizado se ha consolidado casi como una multinacional, más integrada y eficiente que los propios Estados.

Ya no hablamos de crímenes aislados en países, sino de delitos que afectan a regiones enteras.

Exacto. El tráfico de personas, por ejemplo, es una actividad del crimen transnacional que tiene consecuencias devastadoras: impactos migratorios, trata de personas, la desintegración de familias y el tráfico de niños, niñas y adolescentes. Todo esto hace que nuestra humanidad sea cada vez más vulnerable frente a la ilegalidad y la delincuencia organizada.

Para combatir esto, necesitamos esfuerzos coordinados y comprender que cada país tiene necesidades específicas. Por ejemplo, algunos países necesitan centrarse en seguridad ciudadana para garantizar que las personas puedan caminar libres y seguras en sus ciudades. Otros enfrentan retos como el tráfico de drogas, armas, lavado de activos y corrupción, todo ello como resultado de la ilegalidad.

También está el desafío de la ciberseguridad: espionaje, noticias falsas y desinformación que se propagan a través de las redes sociales. Muchas veces las personas, sin saberlo, contribuyen a difundir información falsa al replicarla. Esto requiere educación y medidas específicas.

Un nuevo desafío es el fenómeno de la inteligencia artificial. ¿Cómo enfrentaremos esto? No hay regulación ni determinación claras. Es necesario trabajar en estos aspectos y, además, desarrollar una integración digital hemisférica que permita a todos los ciudadanos acceder a información veraz, confiable y oportuna.

Canciller, usted habla mucho de las necesidades de las personas. Muchos analistas dicen que ya no importa si un funcionario es de izquierda o derecha, sino que lo que la gente realmente busca es que se resuelvan sus problemas. ¿Estamos en esa situación? ¿Cómo aborda la OEA esta cuestión?

Coincido. Hoy en día a la gente no le interesa si un funcionario es de izquierda o derecha. Lo que realmente importa es que se solucionen los problemas concretos de las personas. La OEA debe enfocarse en eso: atender las necesidades reales de la población, más allá de ideologías políticas. Lo esencial es ofrecer soluciones que garanticen seguridad, justicia y una mejor calidad de vida para todos.

Canciller, usted mencionó que la ideología es algo natural en el ser humano, pero también los riesgos que conlleva cuando se polarizan las posiciones. ¿Cómo se debe abordar este tema?

Es un punto filosófico interesante. La ideología es natural en las personas, pero el problema surge cuando las posiciones se fanatizan, lo que genera polarización y destruye en lugar de construir, tanto en las sociedades como en el hemisferio.

Por eso, es fundamental establecer mecanismos de diálogo permanente para encontrar soluciones que no provengan del populismo. En cuanto al desarrollo sostenible, hay métodos que prometen resultados rápidos, como el endeudamiento externo, pero esto solo genera beneficios inmediatos a costa de problemas futuros. Necesitamos una visión clara y sostenible del desarrollo que deseamos, pensando en dejar un mundo más humano, seguro y previsible para las próximas generaciones.

Dentro de su propuesta como Secretario General, ¿cómo aborda el tema del medio ambiente considerando las particularidades de cada región y los desastres naturales que afectan al hemisferio?

Lo primero es implementar programas específicos para cada región y cada situación, dejando de lado los enfoques políticos. Lamentablemente, a veces el mundo desarrollado utiliza la protección del medio ambiente como herramienta mercantil o proteccionista, exigiendo estándares que generan costos extraordinarios y afectan la competitividad, incluso en sectores críticos como la seguridad alimentaria.

En América del Sur y parte de América del Norte enfrentamos fenómenos como “El Niño” y “La Niña”. Uno trae sequías y el otro, inundaciones. Actualmente, estamos en una sequía que afecta la disponibilidad de agua, la productividad agrícola y eleva el riesgo de incendios. Esto impacta en toda la región, desde el Amazonas hasta países como Paraguay, que depende de sus recursos hídricos para transportar el 90% de su producción agrícola exportadora.

Debemos priorizar políticas preventivas. Si sabemos que un año será seco, debemos prepararnos para evitar incendios. También es crucial actuar ante fenómenos como huracanes en el Caribe, Centroamérica y Norteamérica, que destruyen ciudades y hasta países enteros, causando pérdidas económicas y humanas. Necesitamos programas preventivos y de acción que aborden estos desafíos sin politizar el cambio climático.

¿Podemos hablar entonces de resiliencia?

Absolutamente.

Ha hablado también sobre la eficiencia en la Organización de Estados Americanos, especialmente en cuanto a los recursos con los que trabaja. ¿Cómo propone mejorar esto?

La clave es replantear los mandatos de la organización. Actualmente, en temas de seguridad, la OEA tiene más de 140 mandatos, pero el presupuesto alcanza solo para tres. Esto obliga a depender de donaciones, que muchas veces vienen con condiciones que terminan subordinando a la organización a los intereses de países observadores, en lugar de a sus propios miembros.

Primero debemos definir qué tipo de organización queremos antes de discutir el presupuesto. También es fundamental reestructurar el capital humano. Mi propuesta es que la OEA no se “paraguayice”. No planeo llevar a todo mi equipo de Paraguay, sino buscar los mejores talentos del hemisferio para conformar un equipo diverso y capacitado que acompañe una gestión eficiente y transparente.

Parte de su propuesta está basada en la experiencia paraguaya, buscando eficiencia. ¿Cómo aborda este tema?

Muchas veces no es solo cuestión de dinero. Los recursos financieros pueden obtenerse a través de la cooperación que estamos construyendo. He dialogado con el presidente del Banco Mundial, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, el presidente de la CAF y la directora gerente del Fondo Monetario Internacional. Todos ellos están dispuestos a colaborar con programas y proyectos consensuados entre los países, pues su propósito es apoyar las prioridades definidas por la Organización de Estados Americanos (OEA).

Se habla también de la necesidad de mayor transparencia en la OEA.

La transparencia es clave para que la organización sea respetada, legítima y confiable. Ninguna sociedad debería percibir que los objetivos o propósitos de la OEA se desvían de su misión original.

Usted ha mencionado la experiencia de Paraguay como un ejemplo de resiliencia, de renacer desde las cenizas, priorizando el diálogo y las necesidades de la población. ¿Por qué Paraguay debería liderar la Secretaría General?

Paraguay tiene una trayectoria de diplomacia sin ideologías, enfocada en construir puentes, incluso en contextos de divergencias. He sido Ministro de Relaciones Exteriores en dos ocasiones, y puedo afirmar que hemos sabido construir consensos. Por ejemplo, en la actual polarización entre los gobiernos de Argentina y Brasil, Paraguay juega un rol central como mediador, contribuyendo a un diálogo constructivo.

Como dice el presidente Santiago Peña: es fácil polarizarse, pero lo difícil es mantenerse en el centro, mirando hacia adelante en lugar de inclinarse hacia la derecha o la izquierda. Esa virtud caracteriza a Paraguay. Hemos logrado estabilidad económica y social tras momentos difíciles.

Hoy, Paraguay destaca por su juventud (el 80% de la población tiene menos de 50 años y la edad promedio es de 26 años) y por sus logros económicos: el menor endeudamiento externo de América Latina, una moneda estable por 82 años (el guaraní) y el reciente logro del grado de inversión, un reconocimiento reservado para economías responsables.

Además, Paraguay es el país con la menor contribución a la emisión de gases de efecto invernadero en el mundo (0.1%) y produce el 100% de su energía de forma renovable, exportando el 80% de su generación. También cuenta con los mayores recursos hídricos de la región. Esto refleja la responsabilidad con la que administramos nuestros recursos naturales, un esfuerzo colectivo de generaciones de paraguayos.

Queremos compartir esta experiencia y, al mismo tiempo, aprender de los desafíos de otros países. Por eso estoy recorriendo el hemisferio, escuchando a gobernantes y autoridades para entender sus necesidades y prioridades.

Para finalizar, hemos hablado de por qué Paraguay y de su experiencia. Pero ¿por qué Rubén Ramírez es la persona idónea para este cargo?

Tengo la vocación y las competencias necesarias. Hablo los cuatro idiomas oficiales de la organización y he vivido en distintas regiones del hemisferio, lo que me ha permitido conocer diversas culturas y perspectivas. Entender las diferencias culturales y regionales, interpretarlas y trabajar en función de ellas es fundamental para liderar una organización como la OEA.

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