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Economía de la felicidad: retos dentro de la globalización digital – Edición #84

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Aproximadamente 20 años de estudios indican que la felicidad en el trabajo se está convirtiendo cada vez más en una de las mayores ventajas competitivas para las empresas y las economías. No solo en términos de satisfacción y compromiso sino que la felicidad corporativa es ahora parte clave para temas de rentabilidad y productividad. Es decir, este tema, que si bien no es nuevo, pero se ha manejado bajo las premisas de ser un enfoque emocional y para nada relacionado con el mundo corporativo, finalmente se ha demostrado una correlación entre los números de la organización y la felicidad de sus empleados.

Pero aún conociendo esta tendencia tan abrumadora, para muchos de nosotros hablar sobre felicidad en el trabajo nos resulta una utopía. La mayoría de nosotros tenemos un amigo, familiar o conocido del cual hemos escuchado comentarios sobre lo infeliz que se siente en su trabajo.

Un estudio realizado por Gallup en el 2017 encontró que el 85% de la fuerza laboral en el mundo se siente infeliz en el trabajo y una de las principales razones es debido a que la mayoría de culturas corporativas están centradas en lo que hacen, pero ignoran o minimizan quién lo hace, es decir, la persona que lo está realizando.

El siglo XXI ha traído consigo una ola de cambios constantes y permanentes, gracias al desarrollo acelerado de las tecnologías y sus aplicaciones en diversos campos, la globalización está a la orden del día, y esto hace que la competencia ya no se vea limitada a países ni regiones como lo fue hace un tiempo atrás, sino más bien ahora,  las tendencias y la competencia corporativa es global.

Este mismo proceso evolutivo de la tecnología tiene impactos directos en las sociedades y la manera en que las personas interactúan tanto a nivel individual como a nivel organizacional y corporativo. Las nuevas fuerzas laborales tienen características muy particulares de consumo y visión de vida que se ven claramente reflejadas en su manera de interpretación del mundo empresarial y de sus expectativas en el mismo.

Por ejemplo, los millennials quienes están prontos a formar el 75% de la fuerza laboral, suelen  ser personas muy digitales, “Appdictos” y sociales, pero al mismo tiempo son personas críticas, exigentes, con un enfoque en la personalización y creación de nuevos valores, según lo refleja Forbes.

Y si bien las características están enfocadas en brindar un esquema sobre sus patrones de consumo, estas mismas características aplican al mundo laboral; buscan pasión y propósito con profundos deseos de encontrar aquello que los haga felices y esto tiene que ver con su propósito interno y convicciones.

Los valores corporativos deben representar su visión y estilo de vida de manera que su balance vida- trabajo no se vea afectados; esto abre la puerta a todo un enfoque diferente de como  el área de Recursos Humanos ha venido manejando las cosas en cuanto a cultura organizacional. El conocer cómo el comportamiento de las sociedades está evolucionando permite retar el status quo de nuestra premisa: ¿felicidad y rentabilidad corporativa son incompatibles?

La correlación entre felicidad y rentabilidad ciertamente se está volviendo más clara: cuando no existe una cultura de felicidad, la gente no adquiere un compromiso mayor con lo que hace. Va al trabajo, pero nada más.

Una serie de experimentos realizados por la Universidad de Warwick para probar la idea de que los empleados felices trabajan más duro, encontraron que la felicidad hacía que las personas fueran un 12% más productivas. Las emociones positivas vigorizan a las personas.

Otro estudio realizado por una consultora de gestión analizó si la moral hacía una diferencia en el valor de la empresa. Separaron a las grandes organizaciones en categorías de moral alta, media o baja, con una moral alta definida como el 70% o más de los empleados que expresaban satisfacción laboral general. ¿Los resultados? Los trabajadores felices hacen crecer el valor de la empresa. Los precios de las acciones de las compañías en el grupo de moral alta crecieron 19.4%, en comparación con solo el 10% para el grupo de moral baja/media. Pero el valor no se detiene allí.

 De acuerdo con un estudio de Gallup State of the American Workplace de 2012, los empleados con un alto “bienestar” general tienen un 41% menos de costos relacionados con la salud en comparación con los empleados con dificultades y el 62% menos costos en comparación con los empleados que están “sufriendo”.

Por otro lado, la felicidad no solo apalanca la rentabilidad y productividad en la empresa, su descuido puede resultar muy costoso.

La Asociación Americana de Psicología estima que se pierden 550 millones de días laborales cada año debido al estrés en el trabajo. 60-80% de los accidentes laborales se atribuyen al estrés. Y el estrés laboral se ha relacionado con problemas de salud que van desde el síndrome metabólico hasta la enfermedad cardiovascular y la mortalidad.

En definitiva, el mercado laboral del siglo XXI está constantemente evolucionando, y para poder permanecer competitivos de cara a la globalización, las organizaciones deben enfocarse en su activo estratégico: las personas. Si bien es cierto las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial permitirán hacer muchas actividades asociadas a la labor de las personas, de acuerdo al Foro Económico Mundial, para enfrentar la cuarta revolución industrial será indispensable la formación y fortalecimiento de competencias exclusivas de los seres humanos como la creatividad, innovación, trabajo en equipo entre otras.  Potenciar estas cualidades tan únicas de nuestra especie, facilitarán una ventaja competitiva a la organización.

Las personas felices trabajan con pasión y propósito, se desempeñan en niveles frecuentemente altos, potenciando su efectividad y los resultados del negocio,  pero el reto sigue estando presente; como organización es necesario no solo crear, sino establecer una cultura lo suficientemente fuerte que permita potenciar su organización a través de su talento humano, logrando una relación ganar – ganar que hasta el momento no hemos logrado.

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