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La reactivación económica de Costa Rica

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(TOMADO DE LAREVISTA.CR)

  Alejandro Muñoz VillalobosPresidente Ejecutivo de RECOPE.

En el contexto actual, mucho se ha hablado sobre la necesidad de fusionar, cerrar o vender instituciones públicas como alternativa a disminuir el déficit fiscal, agravado durante los últimos meses por los efectos adversos de la pandemia en el país y el mundo.

Sin entrar a tomar partido a favor o en contra de las alternativas evaluadas, quisiera darle vuelta a la discusión y cambiar el enfoque de la típica pregunta que todo mundo se hace.

¿Qué tal si en lugar de pensar en deshacernos de entidades, nos ocupáramos en fortalecer algunas de las que ya tenemos –al menos las más claves en nuestro modelo desarrollo- a fin de que aporten a la reactivación de nuestra economía?

Sería un ejercicio muy interesante que podría conducir a hallazgos reveladores y desconocidos por la gran mayoría, incluso por quienes defienden la venta de activos del Estado como una posible salida a la crisis de las finanzas públicas.

Tomemos como ejemplo a RECOPE, la empresa estatal que, desde el 2018 tengo el honor de presidir, bajo la directriz presidencial de liderar los esfuerzos de transformación para que sea pionera en la producción y comercialización de energías alternativas.

¿Cómo puede esta empresa, despojándose de todas sus tradicionales amarras, prejuicios y tradicional visión cortoplacista, aportar no solo a la productividad y ansiada reactivación, sino también a la eficiencia energética, la salud y el medio ambiente?

La respuesta la encontramos, por citar dos casos conocidos, en los biocombustibles y el Gas Licuado Petróleo (GLP). Ambos son productos cuya industrialización RECOPE perfectamente puede asumir, incluso sin necesidad de modificar el marco legal (aunque ya existe un proyecto de ley para introducir cambios en la legislación vigente).

Empecemos por el biocombustible o la mezcla de etanol con gasolina, algo que no es nuevo en el país pues ya anteriormente se hicieron algunos esfuerzos aislados, no con los resultados esperados.

Según estadísticas del MINAE, con solo una mezcla del 8 por ciento, le estaríamos ahorrando al país entre un 20 y 30 por ciento de gases de efecto invernadero, evitando, por ende, el uso de algunos químicos cancerígenos empleados para elevar el octanaje de la gasolina, como el MTBE, con lo cual, además estaríamos favoreciendo la salud pública.

Además, está demostrado, científicamente, que el etanol es más eficiente que la gasolina, al generar mayor potencia y mejor funcionamiento del motor. Al día de hoy, toda la flota de RECOPE lo utiliza, al igual que más de 66 países, incluyendo Alemania que compra al país la producción de etanol.

La mayoría de vehículos importados de Estados Unidos funcionan con un 10% de etanol -dos puntos porcentuales arriba del nivel que se pretendía utilizar en el país-, aunque en otros países operan hasta con un 15%.

El 90% de nuestros vehículos pueden funcionar, sin temor alguno, con la mezcla de etanol, salvo los carburados con más de 20 años de antigüedad, para los que siempre se dispondrá el combustible de 91 octanos, conocido popularmente como regular.

¿Por lo tanto, la resistencia que el etanol ha generado en algunos sectores no está técnicamente fundamentada?

En RECOPE contamos actualmente con los equipos, el personal y la infraestructura necesarias para abastecer al país de la mezcla. Sin embargo, para ello se requieren decisiones de política pública que involucren al MINAE –como ente rector en materia de energías limpias- y el MAG en lo concerniente a la logística con los productores de la materia prima (oleaginosas) para la fórmula del biodiesel o etanol.

El otro producto que se podría impulsar bajo el marco legal actual, es el GLP, que, pese a ser un hidrocarburo, cuenta con ventajas interesantes, empezando por su capacidad de fungir como sustituto para vehículos de gasolina, sin necesidad de ser sometidos estos a grandes modificaciones.

De hecho, en el país existen unos 25 mil vehículos modificados para GLP –con doble tanque- y hay compañías automotrices que ya los están fabricando.

Si bien la adaptación del tanque puede costar hasta 1 millón de colones, el ahorro es enorme, no solo en términos de combustible, sino también en mantenimiento. Por lo demás, el carro funciona exactamente igual, con el mismo torque y rendimiento.

Aparte de que estaríamos ahorrando 30% de emisiones de gases de efecto invernadero, contribuimos a la salud pública (bajamos la contaminación de CO2) y, de paso, impulsamos la economía, al ser mucho más barato.

Más de 500 industrias y 5000 comercios asociados a diversos sectores (hotelería, turismo, restaurantes, sodas, etc.) así como clínicas, hospitales, comedores escolares, redes de cuido, cárceles, entre otras instituciones, utilizan el GLP. Sin contar los más de 710 mil hogares que, según la ARESEP, lo utilizan para cocción, calentamiento de agua y generación de energía.

Pese a ser más barato, eficiente y limpio, el problema que se tiene ahorita es que sobre el GLP pesa un impuesto más alto que el bunker, por lo que se ha planteado la idea de rebajarlo para extender su uso a otras industrias.

En resumen, solo con el uso de biocombustibles y GLP ya le estaríamos dando un fuerte impulso a la reactivación económica y específicamente a los sectores de la agroindustria, la innovación tecnológica, el desarrollo de parques industriales, el empleo, entre otros.

Se trata de energías limpias y baratas con efectos inmediatos en los costos operativos de cualquier empresa y con un gran beneficio para el país. En el lapso de 20 años podríamos conseguir un ahorro de 20.1% en gases de efecto invernadero, duplicando el porcentaje que alcanzaríamos solo con la incorporación de los vehículos eléctricos.

Sin embargo, hace falta un sólido compromiso de parte de todos los actores involucrados para lograr una verdadera y efectiva transición hacia el uso de energías limpias a través de la definición de políticas públicas y la adecuación del marco legal vigente.

También se hace necesaria la reestructuración de la empresa –labor en la que ya estamos trabajando con un plan estratégico- para que pueda ser una entidad líder, defensora y promotora del uso de energías limpias alternativas en Costa Rica.  RECOPE tiene experiencia en la producción de hidrógeno desde los tiempos en que refinaba petróleo y esa experiencia le confiere fortaleza y destreza técnica para producir hidrógeno verde, para ser utilizado en la movilidad y la industria, que sume al cambio de la matriz energética, sustituyendo combustibles fósiles y equipos industriales que funcionan hoy con búnker y transformando al transporte (privado y público) y la industria, en sectores cero emisiones.

Y eso se logra, no con su venta o debilitamiento, sino por lograr un cambio cultural que, dejando de lado prejuicios injustificados y ataduras políticas o administrativas, pueda llevar a la compañía a ser más ágil, eficiente, rentable y a la altura del desafío encomendado.

Solo así podremos llegar a ser un país con una matriz energética que facilite lo que hoy parece ser un objetivo lejano, pero posible: contar con un parque vehicular de cero emisiones y, sobre todo, una imagen consecuente con la descarbonización y la protección ambiental que pregonamos en el mundo.

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